Algunos libros o los acabas o corren el riesgo de aniquilarte, así Thomas Bernhard, así Corrección. Con Bernhard me pasa algo curioso. Leí Sí, hace un tiempo y no me gustó especialmente. Era la suya una melodía que chirriaba en mi interior. Hace unos meses leí El origen, donde Bernhard echaba pestes de sus años de mocedad, del papel letal del nacionalsocialismo y de la religión en su vida, de la educación que machaca y de los padres que tiene descendencia para machacarla. Me gustó lo que Bernhard decía, me gustó mucho el mensaje, su sinceridad, su crudeza, su no callarse, su no mirar para otra parte, su no capear su fracaso; no tanto el estilo. Pero hay algo que me llevó a reincidir. Leí El malogrado. El suicidio (la verdadera y esencial corrección), el vacío, la búsqueda del éxito sin éxito estaban presentes en el libro pero había algo que me costaba empatizar con los personajes, algo creo pretendido por el autor. Ahora he leído Corrección o he devorado Corrección y me he irritado y sorprendido con Corrección, con su argumento que no detallo, que hay que vivirlo, experimentarlo, sentir el trance y sé que habrá más Bernhard, porque si de la mayoría de los escritores, en el mejor de los casos, nos acercamos a algunas de sus novelas, alcanzando un conocimiento mínimo de su obra a través de pequeños fragmentos, de lecturas parciales, en el caso de Bernhard a medida que voy leyendo sus libros, voy cogiendo perspectiva, de tal manera que esos fragmentos, esas lecturas van encajando y me asalta la idea delirante de que cada libro de Bernhard que leo hace mejor los anteriores, o mejora el concepto que tenía de ellos, tal que esa melodía que antes chirriaba, ahora es una armonía delirante, sí, hipnótica, sí, un libro, una experiencia lectora que tiene más de vórtice que de calma chicha, más de asomarse al precipicio que de masturbarse con lubricanes, un imposible equilibrio armónico el que logra Bernhard que me lleva a pensar leyéndolo que las palabras caen sobre el papel como caen las piezas en un tetris, en la manera precisa que nos permite avanzar, pasar de nivel, así Bernhard.
Está la lectura antes de Bernhard y la lectura después de Bernhard. Ya no es lo mismo.
Hola Hoeman. Así es. Creo que hay un a. B y un d.B.
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