Pasados Rioseco y Tanes, cada uno con su bello embalse, conducir sin prisas, sin aceleración, sin apenas tráfico por carreteras estrechas, escarpadas, y en este caso en mal estado, a consecuencia de ciertos socavones y desperfectos en el asfalto te conducen, tras cruzar por pueblos con encanto como Bueres hasta la cima, en la Collada de Arnicio, ya en el Parque Natural de Redes. Momentos con este son un puro placer, más aún cuando el tiempo acompaña y brilla el sol, y refulgen unas montañas a lo lejos, mientras sobre otras se va cerniendo una capa de niebla. Contemplando las vacas y los bellos caballos, no se me iba de la cabeza el título de la novela de McCarthy.
La Collada de Arnicio
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