Oña es una villa que sorprende, a escasos kilómetros de Pancorbo por la N-232 que lleva a Santander, el viajero se topa con este pueblo monumental. Ya a lo lejos se otea en el horizonte el Monasterio de San Salvador, sito entre dos torres cúbicas. Una vez en la villa, es una placer deleitarse por sus calles, impregnadas de aromas medievales. Es de obligada visita la visita a la Iglesia abacial de San Salvador. En su interior se encuentran los sepulcros de Sancho II el Fuerte de Castilla, del Rey Sancho el Mayor de Navarra, de la condesa Doña Urraca y de tres infantes de Castilla. Los sarcófagos son peculiares e únicos porque están tallados en madera, obra de Fray Pedro de Valladolid.
De la iglesia destaca su claustro gótico, obra de Simón de Colonia
En agosto se representa en la Iglesia de San Salvador, El cronicón de Oña.
El Cronicón de Oña es una representación teatral que recorre la historia medieval de la localidad de Oña, del Conde don Sancho y la fundación del Monasterio de San Salvador. Después de 15 años representándose, se ha ganado un hueco en los veranos culturales de Burgos.
Aparte el indudable valor que tiene desde el punto de vista artístico, y de acercamiento de un período de la historia lejano y muy desconocido para mucha gente, es digno de reseñarse que los actores son gentes de Oña que cada año preparan los trajes, ensayan y aportan ilusión y esfuerzo a este proyecto singular por muchos motivos. Es admirable, sobre todo, que perdure después de tantos años, con un abrumador éxito de público y de crítica.
El marco no puede ser mejor: la iglesia abacial de San Salvador de Oña, donde reposan los restos de algunos de los protagonistas del Cronicón, que un milenio después se acercan a contarnos su historia
En cuanto a la gastronomía hay restaurantes donde se come bien. En el Cazador, a pie de la carretera que pasa por el pueblo ponen buenas raciones con precios muy ajustados y un servicio ejemplar.
En cuanto al alojamiento hay un par de casas rurales. Nos alojamos en Camino Condal, una casa rural situada en el centro. A escasos metros de todo lo que hay que visitar. El trato fue magnífico, la ciudad un remanso de paz, el establecimiento, una casona del siglo XIX espectacular, las habitaciones increibles y el desayuno inconcecible. Cuesta encontrar un sitio tan bonito con un precio (42 euros la habitación doble) tan razonable. El trato que dispensan sus dueños, Inma y Josean no puede ser mejor. Hay hasta una pianola. El paraje, rodeado de montañas es una preciosidad. Oña se encuentra próximo a Frías y a Poza de la Sal, algunos de los múltiples lugares cercanos que merece la pena visitar.
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