Es sangrante la noticia del asesinato de la periodista Anna Politkovskaya. Hay todavía muchos lugares en donde la libertad de expresión está limitada, o delimitada por cuatro impactos de bala, como los recibidos por la periodista, que con sus escritos criticaba al Kremlin, y los abusos de los militares rusos en Chechenia.
Desde 1999 estaba amenazada de muerte. Tras conocerse la noticia del asesinato, el mundo entero lo ha condenado, salvo quien más razones debería tener para condenar un hecho que vulnera las libertades fundamentales y vulnera la libertad de expresión, Rusia, en donde Putin que no ha hecho declaraciones, ha ordenado al Fiscal General que investigue al caso. Poco sabremos del asunto de aquí en adelante, estoy convencido, pues no es el primer periodista que muere asesinado. Desde el 2000, año en que Putin llegó al poder, 12 periodistas han sido asesinados. Los 12 casos de asesinato están aún por resolver. La muerte de Politkovskaya es la tercera de un periodista este año.
Si Putin entre los objetivos de su programa electoral incluía borrar la oposición y aniquilar cualquier forma de libertad de expresión, ha cumplido al pie de la letra. Rusia se ha convertido así en el “lejano este” un territorio donde quien habla más de la cuenta o crítica al régimen, escribe al mismo tiempo su acta de defunción, donde el estado en lugar de servir y proteger al ciudadano, lo quita del medio cuando incomoda, bajo el lema de “o estas conmigo o crías malvas”. Ojalá algún día veamos a Putin en el mismo banquillo que a Sadam Hussein respondiendo de sus actos criminales ante el Tribunal Penal Internacional.
Puestos a recordar tradiciones de buen gusto pero mal nombre, hay que hablar de la costumbre que hay que León de «salir a matar judíos» por el Barrio Húmedo, cuando en realidad lo que se sale es a beber la tradicional «limonada» y es algo muy típico en Semana Santa.
La expresión se cree que viene de la «revancha» que se tomaban los Cristianos por la muerte de Cristo y cada limonada bebida simbolizaba la muerte de un judío. Otra versión indica que al no tener judíos que expulsar por el decreto de Felipe III a principios del s. XVII, cada limonada era como un judío expulsado de la ciudad.
Ojalá todas las venganzas se quedaran solamente es esto, pero recordar que los Cristianos a lo largo de la historia han sido unos auténticos hijos de… Dios