Literatura hecha pedazos
Roberto Vivero
Ediciones Oblicuas
2016
80 páginas
Literatura hecha pedazos que deja hecho trizas al lector. Texto compuesto de cinco fragmentos: La primera vez, Retratos, planeta piedra, La vida en epítome y Los límites.
De igual manera que descuidamos la magia del alfabeto, convertimos a menudo la lectura en un automatismo, y así se nos pasa por alto qué hay detrás de las palabras, qué procesos mentales y asociaciones llevamos a cabo para que la lectura sea una actividad mental que nos resulte ineludible y ardua, en esta ocasión, porque Roberto Vivero no parece empeñado en ofrecer entretenimiento (al uso) al lector, algo que hoy se ha convertido en el Santo Grial de la escritura.
La primera vez es un texto que parece ir en consonancia con Las fieras o con Crítica del barrio chino. La primera vez que probé el semen fue de boca de mi madre. Así se principia el libro que hará que algunos se vayan corriendo, pero en dirección contraria a lo leído. Pero no, no hay que huir, hay que fajarse, avanzar y hundirse, porque el texto aquí es un reto, capaz de poner a prueba la paciencia del lector, que irá sin guía de viaje ni gps, y tan solo le secundará la expectativa de una escritura poco corriente. Esa primera vez (son 51 primeras veces en total) siempre la asociamos con follar, pero aquí el texto da más opciones además de follar (la primera vez que follé y no me follaron entendí a mi madre), como la primera vez que odié, o me enamoré, o fumé, o cerré los ojos, o tuve dinero, o que escribí (la primera vez que escribí me escurrí por los renglones de mis corchetes y costuras y vanos y entretelas y las letras fluían hasta hacerme padecer de claridad y fue la última vez que escribí porque todo era ceguera y yo veía una tras otra las letras que desconsolaban la cándida enfermedad de mi ser).
La protagonista es una mujer. El mantra de La primera vez… puede recordarnos al Me acuerdo de Perec. Aquí ofreciendo unos recuerdos menos romos, más filosos, escabrosos y contundentes. Una primera vez que bien puede cifrar, hete ahí el orden numérico, una mínima biografía, tanto como cartografiar un mapa sentimental (cuyas líneas de desnivel serían el miedo, la soledad, el dolor, el deseo, el ansia de conocer(se), en definitiva) envuelto en Goma-2.
El apartado dedicado a los Retratos son 43 apuntes sobre escritores, políticos filósofos, tales como Velázquez, Voltaire, Sócrates, Plath, ordenados alfabéticamente. Digo apuntes pero son pespuntes, puntos que unen carne y suturan, y sí, también supuran.
Lorca
Le escondimos la Teogonía y se puso loco, loco, loco. Vamos, que durante aquel mes no fue persona ni cosa parecida. Andaba por las calles y por los olivares y por el mar creando cielo, sol, luna, estrellas, cometas, nubes, olas. Y nosotros nos reíamos de él, y le preguntába- mos qué sería lo siguiente, y él nos decía Apolo, Cristo, Venus, Caín, y no nos gustaba cómo nos miraba cuando nos decía ese nombre y Caín nos daba codazos y nos hacía guiños como si fuésemos sus amigotes. Así que entonces le preguntábamos cuándo iba a parar, que también Dios se había tomado un respiro, y él, que ya casi no era persona ni cosa parecida, callaba, se hacía de noche, se daba la vuelta y caminaba, solo, escoltado por fusiles.
planeta piedra, es el tercer apartado, y empieza fuerte. Porque hablamos que si del Finnegans Wake, que si de Larva. Y esto, ¿qué?
surta sirte zarca, el cielo, el sol, gobernalle de la luz.
Es necesario leer con un diccionario a nuestra vera. Trato de desentrañar lo leído. Así:
Surta es embarcación o sosegado
Sirte es ciudad Libia o bajo de arena
Zarca es azul claro
Entonces ¿Sosegado bajo de arena azul, el cielo, el sol, timón de la luz…?
Y sigue el texto con el Campo de Piche, ¿Campo de Asfalto? ¿O es la toponimia de un lugar, de una isla?. Esto es como aventurarse en la parte por el todo de Saber y ganar. De ahí el reto, el desafío y lo más importante, la recompensa, por lo que tiene de aventura. ¿Es el texto el relato de una excursión, es la voz la del poeta? Me pregunto si la piedra es aquí también el epítome de la naturaleza, su gesto cansado, mineral, inerte.
El siguiente apartado es La vida en epítome. Un resumen que es la suma del dolor ajeno, la esperanza, tu muerte, la comida y el aire. El apartado más extenso se lo lleva el dolor ajeno, quizás porque el dolor ajeno es la demostración en contra de todos los nihilismos, o bien porque el dolor ajeno te hunde en el otro sin dejar de ser tu mismo, o porque el dolor del otro ha de ser lo más fuerte, pues ha sido capaz de convertir hombres en santos y de ficcionar teodiceas. A la esperanza le valen once puntos para defenderse. Leo: La esperanza se desvive por no ser. Pasamos del dolor ajeno, a la esperanza, y luego zas, Tu muerte. Tu muerte es el tictac del reloj: es tu corazón. Imagen muy gráfica que nos mantiene siempre acojonados de que el reloj se pare en cualquier momento. Leo: No te confundas: Que no puedas pensar en ti muerto no significa que no puedas morir. Una vacuna contra esos aires de inmortalidad que a veces nos soplan en los oídos con la misma seducción que el canto de sirenas. Y el apartado lo cierra La comida y el aire. Dos elementos necesarios para nuestra supervivencia. Comida y luz son para las lombrices, para tornar al humano en un intestino, pero la vida qué es, en qué se sustancia entonces. ¿En el amor? La experiencia parece que nos vaya un paso por detrás y el paraíso sea un sombra inalcanzable. El narrador reprende ¿al lector? Lo llama miserable y nos deja en la tierra prometida con una cita del Deuteronomio, ¿una llamada a la resistencia, al estoicismo, a la resiliencia?. Texto que acaba con la palabra Peor, que coincide ¿casualmente? con el nombre de la ciudad Bet-peor.
Finalmente llegamos a Los límites. Curioso título para un libro desbordante, ilimitado e incontinente, para un capítulo de una belleza sin paliativos. Aquí hay de nuevo presencia humana, la de una pareja que se extraña que folla que se lamenta de su asimetría amorosa que fuma que se consume sin sumarse que habita insomnios intransitivos. Vemos mudar la prosa en un lirismo giróvago, mareante, desorbitado.
Resumiendo la lectura en una atildada palabra: vórticerupción.