Como profesor de geografía social Alastair Bonnett quizás tenga un pase, pero como escritor resulta bastante simplón. No le vamos a pedir la agudeza y erudición de Fermor, pero con estos mimbres un buen escritor obraría maravillas.
Fuera del mapa es ese tipo de libro que resulta muy interesante leyendo la contraportada, pero que si ahondas en él descubres que está hueco. Ni siquiera las ilustraciones dan el pego y hubiera sido mucho mejor haber puesto en su lugar fotos reales. Cuando habla de Zheleznogorsk, dice: en realidad se trata de un lugar que nos habla tanto del pasado como de los altos niveles de privacidad y seguridad que exigen las empresas y los ciudadanos contemporáneos.
Con más de mil millones de usuarios que tiene facebook, y otras tantas redes sociales, que alimentan ininterrumpidamente esta cultura de la retransmisión que nos hemos dado, hablar de altos niveles de privacidad exigidos por los ciudadanos me parece una sandez.
El libro resulta curioso en algún momento cuando Alastair nos viene a decir que los mapas cambian, que lugares que aparecen en el Google Earth no son tales, que no existen, o lagos que dejan de serlo (como el Mar de Aral) para convertirse en desiertos y de paso mete cierto relleno, hablando de un fulano que se ha construido una casa sobre 100.000 botellas de plástico a modo de isla flotante, un transatlántico de lujo que da vueltas alrededor del mundo continuamente sin parar: nido de millonarios y chorradas varias que van muy bien para un artículo de Verne, pero no para un libro que presumo serio.
Para escribir un libro como éste no hace falta viajar a ninguno de los lugares que se mencionan en el mismo. Si buscamos información por ejemplo sobre Tyneham, cuando habla de Arne, encontraremos artículos de contenido muy similar en la red a lo que dice Alastair.
Cuando en sus artículos introduce diálogos de gente de la calle, es ya para echarse a llorar, tal que este fuera del mapa se convierte en fuera del libro, a la voz de ya.