El reino de este mundo publicada en 1949 es una breve y espléndida novela histórica de Alejo Carpentier, que consta de cinco capítulos, ambientada en Haití durante el reinado de Enrique I, Henri Christophe; cuando Haití había dejado de ser ya (en 1804) una colonia francesa para convertirse en la primera república negra, con el primer rey del nuevo continente; personaje regio llevado por los excesos.
Leo: Henry antaño cocinero. Que hoy fundía monedas con sus iniciales, sobre la orgullosa divisa de Dios, mi causa y mí espada […] Varios toros eran degollados, cada día, para amasar con su sangre una mezcla que haría la fortaleza invulnerable.
Henry muy dado a los fastos, encargó la construcción de la Ciudadela Laferrière, la fortaleza más grande de América, situada en el monte conocido como el Gorro del Obispo, que bien podría, llegado el caso, convertirse en una ciudad en sí misma. Henry pondrá fin a su vida, cuando le vea las orejas al lobo de la rebelión, suicidándose. La reina María Luisa y dos hijas, las princesas Athenais y Amatista, habida cuenta de la ley Sálica vigente, debieron huir rumbo a Italia.
Aparece en estas páginas la hermana de Napoleón, Paulina, catadora de varones. La vemos viva, carne voluptuosa nacida para el goce y despreocupada, en la isla de la Tortuga viviendo su particular ensueño tropical y también muerta, convertida en frío mármol, en la Venus de Cánova, regalo del marido de Paulina, Camillo Borghesese.
En el éter flotan los virus, los miasmas letales, así el vómito negro que ultimará a Leclerc, el marido de Paulina en 1802, con treinta años. También la peste amarilla que irá diezmando a la población local, a las tropas francesas.
El hilo conductor de la historia es el personaje Ti Noel, que irá dando cuenta de la topografía haitiana: Ciudad del Cabo, Llanura del Norte, el Bois Caimän, en Saint-Domingue (actual Haití)…, del paisanaje local, sus mitologías y revueltas, de los nuevos hábitos que pondrán en marcha los Mulatos Republicanos, ya descabezado Henry, como el trabajo obligatorio.
Un final que pone el broche a una escritura de muy alto nivel, gracias a un rico lenguaje que convierte la lectura en toda una experiencia sensorial y que explicita lo real maravilloso, cuando Ti Noel pueda abandonar su condición humana para adoptar (con escaso éxito) la condición animal, un ganso por ejemplo, siguiendo los pasos del mandinga Mackandal que llevó a cabo su venganza de los blancos envenenando las aguas y que muchos esperaban ver regresar del más allá, bajo apariencia animal, después de ser chamuscado en la hoguera por los franceses.