Archivo de la categoría: 2020

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El rayo verde (Julio Verne)

Un amigo residente en Dublín me hizo conocedor de este podcast acerca de Julio Verne y su relación con Vigo. En el podcast se menciona El rayo verde, obra de Julio Verne no tan conocida como otras, tales como 20.000 lenguas de viajes submarino o Viaje al centro de la tierra.

Caminando días atrás entre los puestos de la feria del Libro en La Coruña, vi uno de la editorial Eneida, y allí estaba a la vista El rayo verde, novela que adquirí. Creo que es la primera novela que he leído del autor galo.

El rayo verde es una novela de aventuras, una singladura marítima de cabotaje, en la que Helena, una joven huérfana e intrépida al cuidado de sus dos tíos, se empecina en ir en busca del rayo verde, ese destello, el último rayo que el disco solar lanza antes de hundirse en el mar, cuya contemplación depara al espectador el verdadero verde de la esperanza, tal como Helena lee en un artículo en el Morning post.

A la joven Helena sus tíos la quieren desposar con un científico erudito, Aristobulus, que es tan plasta como pretencioso. Inopinadamente conocen a otro joven, un pintor, Olivier, que tamiza la realidad con la poesía y a quien ir en busca del rayo verde se le antoja también una aventura muy ilusionante.

El periplo los hará descender por el río Clyde, ir al golfo de Corryvreckan, arribar a Oban, Iona, Staffa, por las Hébridas escocesas (archipiélago de 500 islas, de las que 400 están deshabitadas), en un recorrido topográfico, histórico y etnológico. No hubiera venido nada mal después del índice, un mapa en el que situar las localidades y lugares que se mencionan.

La narración, publicada en su día por entregas en el periódico francés Le Temps en 1882, resulta alegre, divertida, romanticona, interesante, pues le suceden un montón aventuras como la acontecida en la gruta de Fingal, y vence el amor.

Julio Verne (1828-1905), muy aficionado a la ciencia y precursor de muchos inventos que luego se materializarían, ridiculiza bastante a ese científico presuntuoso y prosaico, cuya erudición solo le sirve al poseedor de la misma. En contraste, el pintor Olivier es fantasioso, valiente, un hombre de acción, capaz de cualquier cosa, incluso ofrecer su vida por salvar la de su amada.

Me ha gustado leer a Julio Verne y me ha picado el gusanillo por leerlo más, después de escuchar este podcast (el episodio cuatro) de Bruno Galindo en La biblioteca de Julio, creo que seguiré con 20.000 leguas de viaje submarino.

¿Cuál es vuestra novela favorita de Julio Verne?

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Ni Fuh ni Fah y otras historias del ancho mundo (Julio Camba)

Se cumple el 28 de febrero el sesenta aniversario de la muerte de Julio Camba.
Los setenta y dos artículos recogidos en este libro publicado por Pepitas de Calabaza, son jocosos y vigentes, dado que sus reflexiones de todo tipo, fruto de una mirada sagaz e inteligente, hoy leídas, captarán, a nada que el lector sea mínimamente despierto, su interés.
El tono socarrón e irónico de los artículos, su reducida extensión, la falta de arabescos en los textos, por parte de un autor que no se consideraba escritor, dado que tal apelativo le resultaba pedante, dota el artículo de la expectativa y su materialización.
Cuando uno prende hoy la televisión y ve a un majadero belicoso y macilento afirmando que no le teme a la guerra, ante semejante desprecio por las vidas propias y ajenas, aferrarse a los textos de Camba deviene casi una necesidad, un a-premio.

Yo sintetizaría así la historia de Rusia: primero, clases: luego, lucha de clases, y, al final, todo cuarta clase. Ahí lo tienen. Camba en estado puro. Se puede uno enrollar como una persiana, soltar un discurso y llegar a creérselo, pero Camba, que vio y vivió mucho mundo, regresó de sus múltiples viajes con la mirada bruñida en el pedernal de la experiencia, mirada desencantada, escéptica, lúcida y por eso deslumbradora. No necesitaba Camba hablar de oídas, ni reproducir como un loro lo que otros pensaban.

Camba era un pionero. Leer estas crónicas suyas hace cinco décadas tuvo que ser la leche. Sus artículos los leo como una especie de gabinete de las maravillas o curiosidades, en las que el autor te habla de los caballos inteligentes de Elberfeld que sabían hacer complicadas operaciones matemáticas, de las sempiternas (a su pesar) patillas del emperador Francisco José, de los gatos lisboetas (y la relación entre los mininos y el grado de civilidad de un país), del creador del paraguas, de la necesidad de los británicos de juntarse en un club para callarse, de la increíble y nada creíble soledad de los multimillonarios como Rothschild, del jugador puro que es el jugador mental, o del gastrónomo olfativo que bien sabe que el aroma es el alma de todo buen producto, o bien de las manifestaciones del final de ciertos comportamientos, profesiones o guías de viaje; ya sean los matones, los duelistas, los aireadores de buzos, la Baedeker. O aquello que convierte a un escritor inédito circunstancial en otro en esencia. En fin que con Camba no te aburres, al contrario. Su humor actúa como un bálsamo, como un lenitivo.

Julio Camba en Devaneos

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La cucaracha (Ian McEwan)

Pocas cosas son capaces de provocarnos tanto asco como una cucaracha; la que vemos en la portada de la última novela de Ian McEwan, con traducción de Antonio-Prometeo Moya Valle. Cucaracha convertida en humano (metamorfosis en reversa), para portar nada menos que la osamenta del primer ministro británico. Lo terrorífico acaba aquí, para dar paso a la sátira, o cuando menos al humor con altibajos.

A McEwan parece que le urgía escribir sobre el brexit y optó por el humor. En esta novelita breve, de poco más de 100 páginas, el autor apenas causa destrozos, porque el efecto de su lectura es nulo, más allá de ser capaz de provocarnos alguna risotada.
McEwan a grandes rasgos trata de caricaturizar el lodazal político de los mandamases (británicos, americanos), los tejemanejes periodísticos, las mentiras fabricadas, el pensamiento plasmado en un puñado de tuits, planteando el plantón del Reino Unido a la Unión Europea a través del brexit, aquí bajo la piel de un sistema económico basado en el reversionismo, ocurrencia que consistiría en tener que pagar por trabajar y en recibir dinero al comprar.

Una sucesión de ocurrencias me ha parecido esta cucaracha de McEwan.

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Cómo se llama (Rodrigo García)

Texto breve, apenas 90 páginas en formato bolsillo, conforman Cómo se llama, obra de Rodrigo García.

Lectura que me ha supuesto una muy grata sorpresa y me ha deparado un buen número de risotadas.

En mayo de 2019 el autor disfrutó de una residencia en la Academia de Francia en Roma, la Villa Medici, donde escribió buena parte de este libro que ofrece una prosa delirante, humorosa, para sacarle punta y los colores, si hubiera hoy lugar para el sonrojo, a una realidad que en manos de Rodrigo se me antoja proteica, interesante, no por sí misma, sino por las agudas observaciones que el autor hace de todo cuanto ve, escucha, sueña e imagina.
En ocasiones nos lleva a un futuro que no dista mucho del momento actual. La política, el consumismo, las redes sociales, o la inacción en grandes ciudades como París son algunos de las cuestiones objeto de reflexión.

Yo sé que ambulancias y coches de bomberos y patrullas circulan vacíos en múltiples direcciones con el propósito de sostener la ficción de que algo ocurre. Hay un miedo comprensible a qué nación de trece millones de habitantes se desvelé fastuoso cementerio.

Si los límites del lenguaje significan los límites del mundo, toca pues llevar lo más lejos posible esos límites o al menos que estos sean lo más elásticos posibles. Así Rodrigo logra esto último, jugar con el lenguaje, las palabras y los significados para provocarnos y situarnos en otro nivel de conciencia, si aún hoy nos es posible librarnos de las garras de la inconsciencia.