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Toda la verdad sobre los señores de provincias (Bruno Belmonte)

¿Es que todavía no saben que en estos pagos virtuales es verdadera devoción lo que hay por Julio Camba?

Y esto viene a que el libro de Belmonte (editado por Pepitas de Calabaza) bebe de Camba, de su ironía, de un humor constante y sonante (hasta la carcajada).

No recelen y lean:

Un moderno con bigote es Tom Selleck, es Burt Reynolds, es exactamente un bigote al cual se le ha pegado un moderno. Pero a un pobre tipo de Logroño no le brota un bigote, le brota un cabo gallego de la Guardia Civil, el recuerdo de un tío lejano que tuvo, un poco tísico y eterno opositor a notarías, le crece sobre el labio superior un fúnebre juez de línea de segunda B. Un señor de Logroño se deja bigote para recordarnos que este mundo es un valle de lágrimas y bromas las justas.

¿Por qué cuál es la naturaleza del hombre de provincias? ¿Es lo mismo ser de Logroño que de Soria, Burgos o Palencia? No lo sé. Si sé que leer a Belmonte es un regreso a mi pasado (frente a los Almacenes Simeón, a los Textiles de La Ideal o las Galerías Londres). A pesar de que Belmonte sea un par de años mayor que quien esto escribe.

Me llevé al libro a una terraza al lado de la concatedral y leía, reía, alzaba la mirada y veía pasar hordas de turistas.

Y seguía ensimismado en la lectura:

Con el cambio de siglo a los españoles se nos subió el euro a la cabeza y despertamos un día banales, cosmopolitas y posmodernos.

Es lo que tiene el progreso, que a uno le preocupa más la moda que viene para el próximo otoño que la cuestión social del jornalero andaluz.

Un pasado que recorrer y al que quitarle el polvo. Una mirada, la del autor, teñida con el humor de la melancolía.

De hecho somos el huérfano de un adolescente que se nos ha muerto de formalidad y buenos alimentos.

El miedo a que el futuro no sea lo que esperamos, el miedo a que el pasado no haya sido lo que pensábamos.

Esos recuerdos comunes nos conducen a la Superpop, al bañador rojo de Pamela Anderson, a David Hasselhoff, a los phoskitos, al Domund y a Kunta Kinte; al hoy señor de Logroño que daría heroicamente la vida por la santísima trinidad que conforman el «Café, Copa y Puro».

Bruno, que además de hombre florero es docente (yo a mis traumas les he sacado título de funcionario del Estado, los he institucionalizado y puesto en nómina), propone soluciones interesantes para mejorar los malos resultados académicos:

Mandemos a nuestros alumnos a Helsinki y llenemos las aulas de finlandeses.

Y aunque el autor convoque un referéndum para declararse independiente en la república de la sosería, el mutismo y la inexpresividad, estos artículos quedan muy lejos de ser sosos, hablan por sí solos y resultan la mar de expresivos y expansivos: que lo mismo estamos en el Espolón que por las calles de Madrid o por cualquier villorrio de gira con P.

Apartado señalado, el dedicado al fútbol, el Logroñés, Las Gaunas, el Tato Abadía y sus bicicletas.

El añorado Las Gaunas daban la medida exacta de nuestros pequeños sueños razonables.

Habíamos visto regates para huir del hambre y la pobreza, sabíamos que un repentino caño bien tirado permite escapar de la favela, de un potrero pedregoso y suburbial, que la cola de vaca es el camino más recto entre la miseria y la más obscena opulencia, que se finta desde la rabia, que se dribla con el orgullo herido y el cariño colectivo como meta, que se gambetea una y otra vez para burlarse del destino y recordarle a la vida que es muy perra y que a veces se equivoca. Lo que no sabíamos es que hay también otra clase de regates de andar por casa y que sirven para salir de Binéfar. Son regates asonantados para eludir la alopecia, filigranas de arte menor con las que dejar atrás a las suegras draconianas y a los cuñados chanchulleros, modos de esquivar un futuro de madrugones, de infinitas comuniones de orondos sobrinos hiperactivos, de claustrofóbicos veraneos con toda la familia en el apartamentito de Salou. Las bicicletas de Abadía fueron una forma de decirnos a los de Logroño que también para nosotros había esperanza, que era lícito soñar y atreverse. El apocado corazoncito de la provincia guardaba su propia poesía, no por rústica y cautelosa menos seductora. Algo nos vinimos arriba.

Y si abría esta reseña mentando a Camba, díganme si este fino humor no es cambiano a tope:

Un señor que pasea con una barra de pan bajo el brazo y el periódico de la mañana en las manos es el triunfo de la la libertada y la cultura frente a la barbarie.

Hoy más que nunca toca hacerse esta pregunta.

¿Qué es España?

España son sus tardes futboleras de domingo.

Para mí el mejor artículo del libro es Fachas de mierda.

Demócratas de cuando la democracia era un sueño inalcanzable, demócratas de cuando alzar la voz llevaba a la tortura y la cárcel, con pocas bromas, por la vía rápida. Republicanos de los que intentaron construir una república y les dejaron más solos que la una, republicanos de los que perdieron la guerra, la guerra real de las escabechinas, la delación y el paseo hasta cualquier tapia agujereada, los fusilamientos, las prisiones masificadas de tifus y piojos, republicanos de los de treinta años de exilio en vano, a los que hoy nadie recuerda exactamente pero de los que todos quieren sacar provecho para su causa particular. Muertos de todas las ideologías a los que hay que seguir matando cada día, o desenterrando una y otra vez para sacarlos en procesión. Todos, sin excepción, fascistas.

Y acabo con un recuerdo de la niñez que Belmonte me pone en bandeja.

Nuestros Reyes Magos, supongo que por genial inspiración de la cabeza concibió semejante tremebunda mise-en-scène, bajaban de los cielos en helicópteros con toda la pinta de haber sido adquiridos en un desguace soviético.

Muy bueno.

Por-que-Ucrania

Por qué Ucrania (Noam Chomsky)

Ya se ha cumplido un año de la invasión de Ucrania por Rusia. Para ir a los antecedentes de la invasión, resulta provechoso leer este libro que recoge ocho entrevistas a Noam Chomsky, uno de los mayores pensadores y activistas vivos. Entresaco algunos fragmentos.

El pacto era que Alemania podía ser unificada e incluso militarizada, lo que desde el punto de vista de Rusia era una concesión increíble. Vayamos a la historia moderna: en los últimos siglos, Alemania, ella sola, devastó más de una vez Rusia, que sobrevivió con dificultad. Llega Gorbachov y permite la reunificación alemana y, por si fuera poco, que entre en la OTAN, una alianza militar hostil a Rusia… Pero era un «te doy para que me des», un pacto de do ut des. La condición era que las fuerzas de la OTAN no se movieran «ni un centímetro hacia el este» («one inch to the East»). Aquella fue la promesa del secretario de Estado, James Baker, a Gorbachov, esto es, que no se iba a acercar a Berlín Este, a la Alemania del Este. No tenían la más mínima intención de ir más allá. Era una promesa verbal, nunca se puso nada por escrito. Y, de hecho, la OTAN se expandió inmediatamente hacia la Alemania del Este. Gorbachov no quedó, por supuesto, satisfecho, pero no había ningún acuerdo formal, solo un pacto verbal, entre caballeros, que fue violado de inmediato.

Luego, con Clinton, la OTAN se expandió, poco a poco, hasta las fronteras rusas. En 2008, la cosa siguió adelante con Bush hijo y, luego, con Obama. Se propuso a Ucrania y a Georgia que entraran en la OTAN.
Esto es una amenaza para Rusia, casi inconcebible para quienquiera que mande en Rusia: nadie, no importa quién, podría aceptarla. Ucrania, aunque no tuviéramos en cuenta las relaciones históricas, culturales, lingüísticas o de otro tipo, es un punto estratégico para los intereses geopolíticos y de seguridad de Rusia. Ucrania estaba destinada a causar graves problemas, que están ahora encima de la mesa y que, obviamente, explican lo que pasa hoy en aquella zona.

El funcionamiento actual es radicalmente antidemocrático. Así, las decisiones que controlan los programas sociales y políticos en general, las medidas económicas de Europa, las toman fundamentalmente grupos de no electos. La Troika no la ha elegido nadie, la Comisión Europea no es un órgano electo, no lo son el Banco Central Europeo ni, obviamente, el Fondo Monetario Internacional. Pero hay un margen para poder cambiar. Las cosas no tienen por qué ir siempre en esa dirección. Por ejemplo, el Parlamento Europeo, o una institución similar, podría convertirse en un sistema, en una institución que funcionara de verdad. Pero es algo que ha de ser construido, no es algo que suceda por sí mismo.

En 2008 G.W. Bush invitó a Ucrania a sumarse a la OTAN, y despertó al oso aletargado. Desde el punto de vista geoestratégico, Ucrania es un territorio fundamental para Rusia, y no hace falta hablar de la relación histórica entre los dos países ni de la población prorrusa que vive en Ucrania. Alemania y Francia vetaron la inconsciente invitación, oferta que nunca se retiró del todo. Ningún gobernante ruso la hubiera aceptado; Gorbachov, de ninguna de las maneras, pues ya se había manifestado claramente al respecto.

Si la crisis de Ucrania tuviera una solución pacífica sería un triunfo europeo, y rompería con la idea «atlantista» posbélica que tiene a Estados Unidos firmemente aferrado al puesto de mando. Se crearía también un precedente para una posterior independencia europea, e incluso para un acercamiento a la idea de Gorbachov. Además, con la «Nueva Ruta de la Seda» (Belt and Road Initiative) china que empuja desde el este, se abren nuevos y amplios escenarios en el nuevo orden mundial.

Podemos concluir que, para «debilitar a Rusia», Estados Unidos se dedica al grotesco experimento que hemos visto: evitar, con todos los medios a su alcance, que la vía diplomática pueda poner fin a la guerra y quedarse a mirar si Putin se sobrepone tranquilamente a la derrota o si usará la capacidad que tiene, por supuesto que la tiene, para destruir Ucrania y preparar el terreno para una guerra nuclear.

Los actos siempre tienen consecuencias. Los inocentes sufren, y lo hacen terriblemente, muchas veces. Estas preguntas no las puede eludir alguien que tenga una formación moral sólida, no pueden no hacerse siempre que consideramos si hemos de armar, y cómo, a los que resisten con valentía a una agresión homicida.

Hacer de Ucrania un Estado neutral debería ser la base de cualquier programa de paz constructivo, pero hay más. Debería intentar acercarse a una estructura federal que otorgue autonomía a la región del Donbás de acuerdo con las conclusiones básicas de los Acuerdos de Minsk II, o de lo que queda. Tampoco eso sería una novedad en los asuntos internacionales. En la historia, no existen dos casos idénticos y ningún ejemplo es perfecto, pero existen estructuras federales en Suiza y en Bélgica, entre otros. Es lo mínimo que debemos hacer. En este caso en concreto, debemos preguntarnos también cuán dispuestos estamos a asumir el riesgo de una guerra atómica, que significará no solo la desaparición de Ucrania, sino algo más, algo impensable.

Este conflicto nos enseña mucho sobre la cultura dominante porque el «grotesco experimento» se considera altamente elogiable, y porque cualquier esfuerzo por criticarlo se silencia o se castiga duramente con un impresionante torrente de mentiras y engaños.

altamarea. 2022. Traducción de Carlos Clavería Laguardia.

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Tangos en prosa (Verónica Nieto)

Si el tango es queja, reclamo, dolor y rebeldía estos Tangos en prosa (Trampa ediciones; 2022) qué no serán sino un reguero de historias variopintas en las que su autora, Verónica Nieto, (Rumiar la biblioteca) dispara con tino su imaginación en distintas direcciones. Para ir al pasado y poner en escena a Medea, la infanticida, provocando la ira de Jasón.
Medea
Para recrear el final de Heliogábalo, El sacerdote de Emesa, muerto con ¡18 años!, cuya existencia fue breve pero intensísima, entregada el joven emperador a toda clase de placeres sensuales, sin dejar cavidad de su cuerpo desaprovechada, cuyo final es descarnado, acompañado en su muerte de su pobre madre.
Heliogábalo

O Révash, la ciudad de los muertos, para ir al tiempo de los incas, para ver cómo, a veces, la delación es la única manera de sobrevivir.
La ciudad de los muertos

O ir al presente, con un tono muy poético y subyugante, como acontece en el primer relato que inaugura el libro, La siesta de tus aguas. Otros relatos como El sótano, manejan con solvencia el suspense, la mezcla de elementos que causan sorpresa al lector, al carecer de los elementos que le permitan armar el puzle, embebido el relato de una atmósfera extraña. Pareja extrañeza es la que experimento con Frazada nueva, en la que una alemana residente en una localidad argentina, rememora aquellos años, los del apogeo alemán y el esplender nazi. Un rememorar que opera con la misma fuerza con la que trabaja la amnesia, para dejar en el limbo, los recuerdos, el pasado, tal que así los hijos, los nietos, no sepan nada de lo que sus abuelos hicieron. La mejor manera, pues, para que no les puedan pedir cuentas ni alimentar, en el peor de los casos (para ellos), los remordimientos.

No supone una rareza dar la voz a los animales. Así sucede con Los experimentos. La voz cantante la llevan unos ratones, que tratan de aportar algo de luz a su existencia, toda vez que su maestro, o mejor, su profeta, una rata albina con los ojos rojos va camino de diñarla, sin que parezca existir una tierra prometida (a no ser que su destino no pueda ser otro que «rata de laboratorio») hacia la que dirigir a su rebaño o colonia.

Uno de los mejores relatos me ha parecido De lo que acaeció a Uma Inti. En castellano antiguo nos situamos en 2012, donde una joven salvará la vida al convertirse a la religión del Sol. Relato que ofrece reflexiones interesantes acerca de nuestra idea del progreso. A veces vale la pena pararnos un momento a pensar si los considerados avances o muchas de las cosas hoy disponibles en el mercado nos hacen la vida mejor. No digo más cómoda, digo mejor: más plena, con más sentido.
Otros relatos serán capaces de ponernos los ojos como platos, siguiendo las andanzas de un vampiro pianista practicante del jazz y cuya técnica de tocar el piano con los pulgares cruzados causará sensación.

Y si queremos entregarnos al humor, Élan de Copi lo propicia, merced al malentendido, a la confusión de confundir a una enana con una niña. De enmarañar la realidad con la ficción, la escritura con la vida.

Bueno.

Verónica Nieto en Devaneos | Qué haces en esta ciudad

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Obra maestra (Juan Tallón)

La obra maestra es robar la escultura de Richard Serra, no hacerla, dice Isidoro Valcárcel.
Una buena historia hace un libro, creo.
Que una escultura (Equal-Parallel/Guernica-Bengasi) de treinta y ocho toneladas desaparezca de un almacén sin dejar rastro resulta muy novelable. Esa idea le rondará a Juan Tallón durante años hasta que puede llevarla finalmente a término.
Una novela que en la suma de testimonios de todo tipo (artistas, políticos, el propio Serra, taxistas, empresarios, celadores, escultores, escritores, juezas de instrucción, policías, funcionarios del Reina Sofía y un largo etcétera) pudiera resultar infinita o inabarcable.
La obra desaparecida no aparece y esa desaparición es un misterio sobre el que los múltiples testimonios aquí vertidos (algunos de ellos controvertidos) no arrojan ninguna luz.
En la naturaleza polifacética de la novela (muy interesante la relación que se establece entre Serra y Oteiza) es donde reside la grandeza de la obra. En una obra que además de enganchar nos hace también pensar acerca, por ejemplo, de la naturaleza del arte moderno, y en concreto en la particularidad de las obras de Serra que son indisolubles del tiempo y el espacio que ocupan.
Un trabajo el de Serra que precisa de tanta gente que se convierte en una «compañía». Obras algunas efímeras. Escultor capaz de convertir las ideas en técnica.
Al leer sobre La materia del tiempo y su permanencia en el Guggenheim, recuerdo que en 2003 visité el museo y que recorrí la sala y los volúmenes de acero. Ahora sé que eran de Serra. Dos décadas después descubro que me paseaba por entre una obra maestra.