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Mircea Cărtărescu. El hacedor de insomnios (José Carlos Rodrigo Breto)

Mircea Cărtărescu, El hacedor de insomnios. Es indiscutible que el título del ensayo de José Carlos Rodrigo Breto, editado por Ediciones del Subsuelo, tiene pegada. Me gusta la manera en la que José Carlos cierra el libro, replicando las palabras de Carlos Pardo acerca de que no se puede comprender a Cărtărescu, porque cada libro es como una negación del anterior.

Sea así o no, José Carlos en este ensayo, de toda la bibliografía de Mircea, a pesar de que aparezcan Nostalgia, El Levante, Las bellas extranjeras, El ojo castaño de nuestro amor, o Por qué nos gustan las mujeres se extiende sobre tres libros: El ruletista, Solenoide y la trilogía Cegador. Es curioso que se dediquen en el ensayo las mismas páginas a El ruletista, que es una novela de sesenta páginas, que a Solenoide que son 800 páginas, o a Cegador, que son 1500 páginas y en el ensayo se le dedican poco más de sesenta.

En el apartado dedicado a El ruletista el autor ofrece listados sobre libros (Diez textos circulares, Diez novelas de formación, Diez textos sobre juegos deportivos y de azar, Diez novelas de realismo mágico a la europea…) que no tienen demasiado que ver con Cărtărescu, así como bastantes digresiones de índole literaria, pero logra desentrañar bastante bien el espíritu de la novela, para ir mostrando cómo ese mundo de Mircea está siempre en continua expansión, siendo autorreferencial, empleando personajes que pasan de una novela a otra, con temas como la muerte del hermano que siempre está ahí, como una herida abierta que lejos de cicatrizar supurase cada día a través de su escritura.

Según José Carlos, Cărtărescu nos ofrece en los relatos de Nostalgia (del que El ruletista forma parte) algo que es extensible a sus novelas: contempla la vida como en escenas, como en dioramas, como en vitrinas de un museo en donde siempre se tensa la cadena del equilibrio entre Eros y Tánatos, entre la vida y la muerte también.

Si la definición de Solenoide como novela total, la verdad es que no nos aclara mucho las cosas, novela que podemos entender “como una búsqueda onírica”. O si la afirmación de que Solenoide es una novela tan transformadora que no quedaría nada del lector que iniciase Solenoide en el que llegara a su culminación, nos puede parece más propia de la faja de una cubierta del libro (o faja-pantalón, habida cuenta de que hoy hay fajas que no dejan ver la cubierta), el autor, en aras de lo tangible, nos ofrece unas claves acerca de qué elementos maneja Cărtărescu en esta novela.

Realismo mágico a la rumana. Insectos. El protagonista flota en su bañera, en la cama cuando activa el solenoide y en sueños extracorpóreos. La cuerda del ombligo. La casa en forma de barco y las otras casas: la escuela, la fábrica y las fábricas. Bucarest, Bucarest en ruinas. El cementerio oculto. Parásitos-el cuerpo invadido-. El doble y la identidad. Infancia/tortura. La otra vida es un catálogo Neckermann. Texistencia, onirismo, autoficción, teratología, riparografía, lo cuántico. Más insectos, estatuas, piquetistas, teseractos. Sillones de dentista. Sarcoptos. Wunderkammer. Bildungsroman. Gemelo maligno: Doppelgänger. Manuscrito Voynich. El tábano. Cegador.

Si en Cegador el manuscrito que leemos es el que va escribiendo Cărtărescu, asimismo el autor del ensayo también se instila en el texto, y nos cuenta fragmentos de un viaje a Rumanía, de tal manera que puede confrontar lo leído con lo vivido y en la tercera parte, su experiencia leyendo Cegador formará parte también del ensayo, a modo de Diario de una lectura.

Quizás porque Impedimenta publicó la trilogía Cegador después de Solenoide, aunque Funambulista ya había publicado anteriormente a Solenoide la primera parte de la trilogía Cegador (en 2010), puede hacernos pensar que Cegador copia, replica o es un derivado de Solenoide, cuando es el contrario, porque Cegador la escribió Cărtărescu, entre 1996 y 2007 que fue cuando se publicó en Rumanía.

Esto me gustaría que se hubiera desarrollado más, es decir, la manera en la que Solenoide podemos considerarlo un spin-off de Cegador, y en el caso de que haya similitudes, que las hay en Solenoide, lo que hace Cărtărescu es replicar lo que ya estaba en Cegador, aunque siempre con variantes, como ese momento en el que en Cegador, Cărtărescu, nos da una explicación o Gran revelación, acerca de lo que le pudo pasar a su hermano gemelo: que fuese robado.

Un ensayo que estoy convencido de que animará a quien lo lea a querer luego leer a Cărtărescu, y permitirá a quien ya lo haya leído, a releerlo de otra manera, con las claves y reflexiones que sobre la escritura del rumano nos aporta José Carlos.

Mircea Cărtărescu en Devaneos

Trilogía Cegador
El ojo castaño de nuestro amor
Solenoide

Ruta por Clavijo y Trevijano

Ayer finalmente estuve en Trevijano. Lo veía siempre en lo alto, desde la carretera, cuando iba por el Camero Viejo en dirección a Soto de Cameros o hacia San Román. En bicicleta eléctrica el tramo entre Logroño y Lardero, pasando por Alberite, La Unión y Clavijo es un mero trámite, al ir por carretera.

Superado Clavijo, con unas cuantas rampas, la cosa se anima. La bajada por el barranco la rasilla exige ir atento al camino, poblado de piedras. Las indicaciones tampoco ayudan mucho. En un momento determinado veremos un cartel amarillo que señaliza los dólmenes. La señal parece orientar hacia el camino de la derecha, cuando lo que hay que hacer es tomar el camino frente a nosotros y ascender. Hay dos sendas, una estrechita y otro camino más amplio al que se accede a través de una valla o caminando sobre unos troncos.

El camino ahí resulta muy complicado, al estar cuajadito de piedras y es muy complicado coger ritmo y no trabarse. La empinada cuesta hace que si pones el pie en tierra luego resulte muy complicado volver a poner la bici en marcha, a tenor del desnivel y del peso de una eléctrica (más de veinte kilos).

Si la subida es complicada, la bajada no mejora, al ser el camino pródigo en piedras, situadas a modo de escalones. Realizada la bajada sin contratiempos, a mano izquierda, tenemos el Dolmen Collado del mayo. Ya en lo alto, apenas hay pendiente y hemos de dar un buen rodeo para abocar a Trevijano por el Barranco.

Antes de llegar oí una cencerrada (que me hizo pensar en la película La juventud) obra de unas vacas muy alegres. Veremos caballos y en el pueblo un burro pastando al lado del frontón. El regreso por carretera ofrece al dejar Trevijano, y a su paso por la ermita del Santo Cristo, unas bellas vistas, hasta empalmar con la carretera que nos conducirá hasta Ribafrecha, sin apenas dar una pedalada y regresar a Logroño, vía Alberite y por caminos.

Si la climatología acompaña, como ayer, la travesía de 57 kilómetros resulta muy placentera. Aporto algunas fotos que sin duda enriquecerán el texto.

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Restitución

Restitución (Mario Martín Gijón)

Restitución
Mario Martín Gijón
2023
280 páginas

En marzo del año pasado leí La pasión de Rafael Alconétar, novelaberinto u obra maestra, como prefieran, por si lo de novelaberinto no les impele a la lectura. En abril del presente año Mario publicó en Pre-Textos la novela Restitución.

Me llevé la novela en un viaje por Italia, a Venecia en concreto. Comienza así:

Fue en medio de una tormenta apocalíptica, mi rostro iluminado por el claroscuro de los relámpagos, que abandoné para siempre la Ciudad de la Belleza. Había estado sesteando en Campo San Polo, mirando a los alemanes tomarse sus Aperol Spritz

La Ciudad de la Belleza es Venecia y durante las primeras páginas me afané por buscar en la ciudad aquello que se iba mentando en la novela. La iba leyendo a paso de proboscidio, embargado además por una sensación extraña, pues creía estar leyendo una novela histórica, aunque luego comprobé que estaba ambientada en el presente, que un episodio, como El hombre del salto con DeLillo describiendo la caída de las torres gemelas, nos sitúa en París en 2019, en el momento en el que arde Nôtre Dame.

El polaco Zbigniew deja Venecia y como se suele decir, no encuentra dónde ahorcarse. Zbigniew es un artista, un escultor afanado en los motivos religiosos; una religiosidad que como la del beato que dilapida su existencia rezando, no parece deparar beneficios notables a sus pares, así nuestro escultor va centripetando, o escu(l)piendo de sí a quien quiere, como a su mujer Madzia, la cual cae en el domicilio de Neumann (en sus postrimerías vitales) como cuidadora, y de rondón Mario nos introduce a Heidegger y a Celan, al pensador y al poeta, al nazi y al judío. Al autor de los Cuadernos negros y al poeta autor de Todtnauberg, el cual decidió suicidarse arrojándose al Sena, quizás porque pensaba que solo la muerte sería capaz de restituirle todo cuanto le habían arrebatado en vida. Antes había intentado asesinar su mujer y luego quitarse la vida, y salió del psiquiátrico para reunirse con Heidegger, quizás con la esperanza de obtener una restitución, a tal fin, para ese encuentro escribió Todtnauberg.

Como todos los personajes de la novela parecen tocados por un espíritu, sino aventurero, sí errabundo (donde los personajes se sitúan en Carratraca, Málaga, Venecia, París, Berlín), los destinos de Sofia y del alemán Jeremy se unen para llevar a cabo una búsqueda, la del libro El fermento, obra de Ernesto Giménez Caballero. Un viaje físico que también deviene espiritual, pues veremos cómo Jeremías conecta con algo atávico, ancestral, en una visita a una cueva, sacando de sí su ánimo más primitivo y belicoso, quizás porque el corsé de la modernidad y el papanatismo del que se alimenta no le han dejado ser él mismo. Jeremías trae también a colación a Celan y a Heiddeger, pensador hacia el que sus afectos pendulean entre la veneración y el odio, pero al que decide leer, para no dejar que las opiniones de los demás condicionen la suya.

La novela se fragmenta y cambia de rumbo bruscamente. Un capítulo, El testamento chileno, nos lleva a 2020, para luego retrotraernos a 1973, al golpe de Estado en Chile. Ahí comparece el escultor Miroslav, junto a Eduardo, convertidos en dos pequeños seres rotos en un país roto. Y todo parece conectarse, y así la violencia de 1973 vuelve en 2020 con el presidente Sebastián Piñera declarando enemigos a los ciudadanos indignados del pueblo de Chile.

Otro capítulo, bajo el título La parábola europea, son las conversaciones que mantienen en un camión un puñado de cabezas que han sido guillotinadas.

Mario consigue un plausible equilibrio entre el qué y el cómo. Siempre hay tensión en el texto y continuas sorpresas, con un lenguaje exprimido en continuos juegos de palabras que tienen sentido, que dan plasticidad a la narración, siempre alimentada esta por el humor, la reflexión, la ironía, la transgresión, los apuntes eruditos y también vulgares.

Si están buscando una novela para dejar la mente en blanco, o para “no pensar”, Restitución es la peor opción posible.