Archivo de la categoría: 2023

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Lubianka. La noche que no conoce el alba (Hernández Cava & Auladell)

Nos encontramos en Moscú, en 1934, en la Lubianka, en el cuartel general de la NKVD.
Bajo el mismo techo están las víctimas y sus verdugos, los torturados y sus torturadores.
En el ambiente, como una nube de aire tóxico, flotan las palabras de Félix Dzerzhinsky: Hay que inculcar en todos los ciudadanos la sensación de que pueden ser detenidos y fusilados en cualquier momento y por cualquier motivo. Y tal y como recoge en el prólogo Marta Rebón, por ejemplo, el escritor ucraniano Boris Yampolski, confiesa en su libro Confesión que siempre tuvo miedo.

Ahora, la víctima que sufre las torturas del Estado es Eugeni Petróvich Gógoliev, antaño famoso poeta, a manos de gente como Volodia, escritorzuelo que conoció a Eugeni, cuando el joven Volodia aún olía a estiércol, y del que Eugeni no hizo, en el encuentro que mantuvieron en la dacha del poeta, comentario positivo ni concreto sobre un relato que Volodia le hizo llegar.

Como apunta también Marta en el prólogo, muchos fueron los que aprovecharon la coyuntura para saldar cuentas personales. Así Volodia, además de tener a Eugeni en sus manos, pues si el reo no colabora, su mujer será también deportada, o torturada o asesinada, trata de acercarse a ella, ejercer de mediador, ofrecerle su ayuda, con la vana esperanza de que algún día ella mude su agradecimiento por amor. Mientras, la mantiene engañada, y lejos de confesarle que su marido ha sido fusilado, atado previamente en la silla, pues era ya incapaz de mantenerse erguido, le hace creer que sigue vivo, encarcelado en Kolima.

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¿Cómo se pone en imágenes algo tan terrible y atroz? Los textos de Hernández Cava van al meollo del asunto, a las palabras que manejaba el régimen comunista, a su retórica, a la construcción de la gran nación, a aquel sueño imposible convertido en pesadilla para tantos. Audell plasma en las viñetas el miedo, el terror, el horror, la asfixiante atmósfera con tonos apagados, colores sepias, grises, negros; los rostros son poco menos que manchas apenas perfiladas, como si el régimen hubiera logrado con éxito la despersonalización, la antimateria, la reducción de los enemigos del estado a poco más que pulpa. Por eso las viñetas son lacerantes y terroríficas. Sin embargo, lejos de Lubianka, en los campos por los que se pasea Stalin, a caballo, todo es colorido, amable, casi beatífico. Una ficción de postal en la que tantos creyeron y sucumbieron; muchos de ellos primero como verdugos y después como víctimas.

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Lubianka. La noche que no conoce el alba.
Felipe Hernández Cava y Pablo Auladell
Norma Editorial
2023
148 páginas

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Estar aquí (Jorge Morcillo)

Estar aquí también podría titularse Breviario de la imposibilidad. O bien junto a Estar aquí, un subtítulo La vida de Vladimír Holan.
Cuando lees un ensayo de Zweig, el de Montaigne por ejemplo, sabes a qué atenerte. Al comenzar la novela de Jorge Morcillo, pensaba que me iba a encontrar con un ensayo novelado del poeta Vladimír Holan, pero no, pues al acabar veo que el poeta actúa como el maguffin de las películas. Está ahí presente todo el rato, es el acicate y tormento de Samuel y es eso: pura potencia.

Por tanto el Estar aquí, puede ser el de estar en el punto de partida. Para este viaje no hacen falta alforjas podemos pensar. No es necesario irse a un cantón suizo, sufrir de lo lindo atravesando una pasarela a varios cientos de metros de altura, para luego estar solo en un cabaña, con el firme propósito de escribir un ensayo sobre Holan, cuando esto parece un imposible. Y no escribir lo podemos hacer lo mismo en Cádiz que en Suiza. Pero bueno, concedamos que merced a esta posible escritura, Samuel, como pretende, fuese capaz así de salvarse de su terrible y persistente invierno interior.

Pero a pesar de que no tenemos por tanto un ensayo, la novela de Jorge sí bebe del ensayo, y así irá vertiendo a través de su personaje un sinfín de invectivas, que en su tono machacón y obsesivo, en sus continuas reiteraciones nos llevan a Bernhard. Al menos, en cuanto a la forma, en cuanto a su apariencia, ¿Cuántas veces leeremos el ataque de gefirofobia, o la falta de cordura? Porque el tema de la superficialidad y la profundidad es algo que parece preocupar y mucho a Samuel, y como Thomas éste también está asqueado con todo lo que ve y escucha. Vierte denuestos de la educación recibida, de la escasa calidad del cine actual, de la calaña de los políticos, de la estupidez cultural de los escritores de hoy, y el lenguaje que emplea, palabras como aniquilar, abyecto, gentuza, nos llevan de nuevo a Thomas. Pero esto de las reiteraciones, que es el sello de la casa en Bernhard o en Antunes, es un arma de doble filo con la que el autor puede ultimar al lector al menor descuido. En la página 56, anoté ¿qué hay de Holan?, porque había leído ya un 40% de la novela y ni rastro de Holan.

Así, mientras vemos cómo el ensayo sobre Holan se aleja cada vez más de Samuel, por mucho que siempre lo tenga en mente y menudee en estas páginas, la novela nos irá desvelando aspectos de la vida de Samuel, la inopinada manera en la que se verá al frente de una exitosa empresa que fabrica cubitos de hielo, a la muerte de los padres; la muerte de la hermana, el posible idilio que podría nacer al lado de Esther, a la que conoce en su acantonamiento en Suiza, la cual es su arrendataria de la casa que ha alquilado y cuyo padre, para seguir con Bernhard, se ha suicidado recientemente.

La creatividad que tanto se busca, aquí me parece más bien descriptiva, pues es un ir «dando cuenta de lo leído«. De esta manera comparecen en la novela un buen número de escritores que parecen haber ido conformando a Samuel, a saber: Balzac, Rimbaud, Proust, Holan, Chateubriand, Marguerite Duras, Halfon, etc. Estando las canciones también presentes. Ya sea una de Antonio Vega o de Tom Petty. De esta manera Jorge va instilando en su texto todo su universo particular, bien provisto de literatura y de música. Sin dejar de lado tampoco su origen, por eso también está presente el espíritu gaditano en la novela.

Jorge es responsable de la muy recomendable web literaria Las ruinas de Cálamo. Su ultima entrada la dedica a la intrahistoria de otra novela suya, De cielos y escarabajos. Pienso si en esta novela, si donde finaliza Estar aquí, con la metafísica del amor, no sería el punto en el que acabase el prólogo de esa novela que contuviera el ensayo, novelado si se quiere, de Holan.

Estar aquí
Jorge Morcillo
niñaloba editorial
166 páginas
2023

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El Museo (Jorge Carrión & Sagar)

El Museo es el Museu Nacional d’Art de catalunya, inaugurado en 1934 (construido con motivo de la segunda exposición internacional barcelonesa). Los textos son de Jorge Carrión, las ilustraciones de Sagar. El estupendo resultado es la certera conjunción de los textos y las ilustraciones. En la contraportada se define este libro como un ensayo visual. Y sí, hay ganas de contar, con lo complicado que resulta concentrar la historia en tan reducido marco: aquí un libro ilustrado.

El museo

Siguiendo un orden cronológico, ante nuestros ojos irán desfilando el románico, el gótico (el retablo convertido en una máquina de generar relatos; su disposición en viñetas), el renacimiento, el barroco y el arte moderno, así como las distintas obras a través de las que se manifiestan, sean capiteles, frescos, cuadros (Pinturas murales de la conquista de Palma de Mallorca, Consagración de San Agustín; a Aparición de la Virgen del Pilar, Manuel Quijano, Autorretrato de Luïsa Vidal, Las amas de casa, Retrato de Carlota Vidal) o tablas (Madre de Dios con niño y ángeles), arcas, pergaminos, esculturas.

El Museo

Como ensayo, el texto es la sucesión de interrogantes, por ejemplo, cuál es la naturaleza de un ensayo y las distintas maneras de definir un museo: un banco de ojos, una maquina de ordenar, una historia de luz, una maquina de expropiar. Antes de que existe un museo nacional ha de existir una nación, su poesía y su paisaje: su ficción; Jacint Verdaguer escribe los dos grandes poemas épicos de la literatura en catalán: L’Atlantida y Canigó.

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Los museos son también una historia de los medidos de locomoción y de transporte, de las tecnologías de conservación y de reproducción, de las leyes sobre el patrimonio y de los agentes que actúan fuera de la ley, de la nobleza y el pillaje. Leo que en 1919 fueron arrancadas las pinturas de la iglesia de Santa Maria de Mur. También entre 1910 y 1930 se produjo un expolio de obras de arte románico en el valle de Arán y valle de Boí (entre finales del siglo XI y mediados del siglo XII, se construyeron en el valle ocho iglesias y una ermita: el resultado es uno de los conjuntos monumentales más importantes del mundo), después de que se hiciera un inventario con las obras existentes en esos lugares. Un museo es también una academia: el lugar donde los alumnos copian a los maestros, donde una época aprende de las anteriores.

El Museo
El museo como palimpsesto desde las catacumbas (las cuevas fueron los primeros museos), los muelles de carga, las iglesias, los talleres de restauración, hacia la verticalidad (cuando acaben las obras, el cimborrio de la Sagrada Familia tendrá una altura de 172 metros). Aún hoy hay iglesias que permanecen enterradas, como la Sant Pau del Camp, bajo el barrio del Raval.

En algunos capítulos se abunda en lo prosaico y mundano y la palabra la toman los empleados del museo, narradores de historias como Vargas, dando cuenta de la muerte de un suicida en la azotea en los años 90 o la de otra empleada, Roser, que al perder la vista debe vivir de memoria; un capítulo que sorprende a medida que se visualiza, y resulta un hallazgo la manera que tiene Sagar de plasmar la retinosis pigmentaria de Roser.

El Museo

Y como el arte es algo manual, comparecen los ojos de Picasso en su visita al Museo antes de abandonar España para no volver más, o las manos de Goya, obligado a comunicarse con ellas a medida que se queda sordo. Y es requerido por Jovellanos para que Goya le dibuje la lengua de las manos, a establecer una pedagogía, una gramática de ese idioma para los que tengan que aprenderlo.

El museo

La historia de Barcelona es también la de los asentimientos y las barracas en Somorrostro, en PobleNou o en la montaña de Montjuic, recuperadas con la figura de Carmen Amaya y las fotos existentes en el museo. Se habla también de la pintora LLuïsa Vidal muerta en 1918 y poco a poco olvidada, como sucedió con otras artistas como Ángeles Santos Torroella (Retrato de Conchita).

Muy bueno.

El Museo
Jorge Carrión & Sagar
Norma Editorial
2023
204 páginas

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Yo que fui un perro (Antonio Soler)

Yo que fui un perro podría titularse también Diario de una obsesión, la que Carlos siente por su novia. Lo que leemos es el diario de Carlos. Ahí va dando cuenta de lo que hace, dice y piensa. De sus bajadas al pozo negro de sus inseguridades, de sus encuentros sexuales, de la relación que tiene con su madre viuda, sus quedadas con los amigos, los encuentros y desencuentros con las amigas de la novia, y con los hermanos de esta.

La novia vive en frente, lo que acrecienta su obsesión, ya que no se la puede quitar de la mente, cuando la tiene tan cerca, tan a tiro de piedra. El diario no le permite llevar a cabo una introspección, en el sentido de analizar lo que hace o por qué lo hace. Así parece que su novia sea una propiedad suya, aquello que está al final de la cadena. Y no parece importarle mucho el futuro en común, si lo hubiera, ni siquiera el presente, resuelto con frotamientos y algo de sexo; aquello que preocupa a Carlos es el pasado de su novia, aquello que ya no tiene vuelta atrás. Porque ese pasado lo atormenta y aborrasca, al pensar lo que su chica ha hecho con otros hombres, que no son él, antes de conocerla. Como si quisiera modificar ese pasado, blanquearlo, borrarlo, si estuviera en su mano. Pero no puede, y la realidad se le impone, y ella le sigue la corriente, hasta que algo hace que la relación cortocircuite, para ser retomada poco después.

Y las casi trescientas páginas de la novela son el diario de esa obsesión enfermiza, la bajada al pozo negro de un Sísifo inconsciente, quizás por la edad de Carlos, estudiante universitario de medicina, por su falta de experiencia, y su personalidad en formación. Todas sus dudas y tormentos dan de sí lo que dan: bastante poco. Por eso su diario tiene poco alcance y vuelo. Si en Sur, veinticuatro horas daban muchísimo de sí, exprimiendo al máximo cada hilo narrativo, aquí los meses que transcurren pasan de manera intrascendente, banal, entre naderías y derramamientos seminales, y el tiempo ocupado con lecturas como El enano o El árbol de la ciencia.