Vuelve la burra al trigo porque con la lectura de esta Correspondencia inteletual escrita a dos cerebros entre Roberto Vivero y Enrique Gallud Jardiel, llevo ya cinco libros leídos, de los escritos al alimón por esta pareja de humoristas.
Y como lo mío ya es puro vicio tengo entre las manos también otro libro suyo: Erotismo para puritanos.
Vi hace poco a Faemino y Cansado en el Teatro Bretón y me resultó sorprendente cómo parida tras parida mantuvieron al público una hora y media embelesados.
La Correspondencia inteletual es un monto de cincuenta cartas jocosas en la que los autores despliegan toda clase de recursos literarios que exigen no solo que el lector deje en suspenso la credulidad, sino que ejerza como el autocorrector de google, de cara a leer no lo que pone, sino lo que se supone que debería poner, habida cuenta el aluvión de juegos palabras presentes en el texto.
Del prolífico Gallud, consumado maestro de la literatura humorosa, uno puede esperar cualquier cosa, porque su imaginación desbordante no parece tener límites y se desparrama anegando (y por ende, afirmándose) el mercado editorial con tropecientos libros anuales. Pero el caso de Roberto Vivero me tiene intrigado, porque después de haber leído Seducciones, Las fieras, Zoo, Crítica del Barrio Chino, o Carnicería, por citar algunos, no lo veía yo haciendo el humor con la desenvoltura con la que se maneja junto a Gallud, el cual parece ser capaz de extraer de Vivero lo mejor de sí (en cuanto al humor) y el libro se erige en una sucesión de paridas, que como en botica, unas tienen más gracia que otras. Pero el tono desenfadado y el cachondeo y la burla sí se mantienen constantes (como en un partida de ajedrez en donde cada jugador en lugar de piezas mueve textos humorosos) de principio a fin, hasta la esquela, para entendernos.
Hay para el investigador elementos curiosos, como la mención a la traducción de La Torre por parte de Roberto Vivero, que leí el pasado año o a La Taberna de Platón, escrito también a cuatro manos.
Dado que el humor va por barrios, no sé si esta Correspondencia inteletual es recomendable o no, pues no sería el primero que acaba Muerto de risa. Lo que sí es evidente es el ingenio que despliegan ambos autores a los que leo muy, pero que muy compenetrados.
Y podría desnerudar mi alma para escribir los versos más tristes esta noche, para pensar que no la tengo, para sentir que la he perdido, para oír la noche inmensa, más inmensa sin ella, y también podría espigar unos cuantos textos para que valorasen la mucha o la escasa gracia de algunos de los mismos, pero me encuentro modorro, será la cuesta de enero, pienso, así que busquen (el libro), comparen y si encuentran algo mejor (alguna novela mía, por ejemplo): cómprenlo (o hagan una desiderata en las cientos de bibliotecas públicas de este país).
Para ir aliterando gabrielcelayescamente:
Las epístolas son poemas cargados de futuro.
No siempre.
PD. De la portada no voy a decir nada.