Estuve este sábado visitando las salinas de Añana, en el Valle Salado, y son espectaculares. Tanto la visita como la cata posterior. Curiosamente ando leyendo Memoria del vacío de Marcello Fois donde se dice esto: «Quien entiende de estas cosas dice que la sal es la prueba de que el mar respira, para aquellos a los que no les baste oírlo jadear en las noches de otoño. La sal tiene un sabor en sí misma, difícil de soportar. Es cristal, joya fugaz y soluble«. Y el único mineral que se come, podemos añadir como colofón.
La sal de la vida
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