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Ben Lerner (Saliendo de la estación de Atocha 2013)

Ben Lerner Saliendo de la estación de Atocha portada libro
Ben Lerner
Editorial Mondadori
2013
193 páginas

Mirando la solapa del libro, parece que esta novela ha gustado bastante a los americanos. Ahí aparece nada menos que Jonathan Franzen, diciendo que la novela de Ben Lerner es hilarante e inteligente. El caso es que yo no soy americano, tampoco soy Franzen y la novela me ha gustado lo justo, por los pelos.

La portada del libro es bonita, alegre, gozosa, esa portada que al verla te lleva sin remisión a un día de junio en Madrid, cuando atiza el calor y uno fantasea con paliar la sed en cualquier cervecería de la Plaza Santa Ana, rodeado de amigos, entre risas, con mujeres que anhelan un revolcón, mientras te fumas la vida entre porros, ajeno a todo, como si el estado natural, recomendable, del ser humano fuera el de turista con posibles. Algo así, es lo que pasa a Adam, nuestro protagonista, un veinteañero poeta americano, que durante un añito estará por Madrid, disfrutando de una beca, antes de regresarse a los Estados Unidos.

Adam exprimirá las ubres de la vida a base de bien. Entre sus porros, sus pastillas, sus poemas, sus polvos en el Ritz, los viajes, sus homenajes gastronómicos en Zalacaín, irá viendo pasar los meses del calendario, asistiendo incluso a momentos históricos, como el atentado del 11-M en Atocha, conociendo y relacionándose con otros jóvenes de clase bien, apurando el presente y la vista puesta en un regreso con fecha de caducidad.

Está visto que a los Americanos las andanzas de otro americano dicharachero, juguetón, con buena pluma, como Adam, por España (como México, pero más seguro), país al que más de la mitad de los americanos no serían hoy en día capaces de sitúar en el mapa, les resultará un souvenir literario de lo más jocoso. Además de Madrid, el protagonista llevará a sus lectores a hacer turismo hasta Toledo, irá a Granada, donde no verá la Alhambra, irá a Barcelona, donde La Sagrada Familia le parecerá algo horroroso y paseará por el Barrio Gótico y Las Ramblas (se perderá Adam en la ciudad condal sin verse capacitado para regresar por su cuenta al Hotel, igual que le sucede a uno de los protagonistas de la infumable A Roma con amor, en la ciudad eterna), y todos estas idas y venidas harán la historia más llevadera, sin aligerarla de su superficialidad.

Adam se nos vende como un fraude o finge serlo, como finge ser poeta (o un mal poeta), como finge despreciar la cultura Española, nada interesado, a pesar de ser poeta, en conocer a otros poetas Españoles (vivos o muertos) más allá de los icónicos Lorca y Miguel Hernández, como finge ser capaz de despachar su estancia de un año en España con dos frases, al tiempo que reconozca que su estancia en la ciudad madrileña es o será maravillosa.

En esa tensión es en la que se mueve y bascula toda la novela, en esa actitud vital reducida a una pose, a un fingimiento, a aparentar lo que no se es, ese quiero y no puedo, ese momento en el que las costuras de la realidad se resienten y es momento de tomar decisiones, acerca del trabajo, de las relaciones de pareja, de esos Grandes Asuntos, que marcan y dan forma a las vidas adultas.

Que no se tome el protagonista demasiado en serio, asuma ese rol patético y se nos muestre como un fraude, le da ligereza a la novela y la hace más digerible y menos solemne.

Ser testigo de la vida regalada que lleva a Adam, por estos lares (esta piel de toro), en estos momentos (ante una Crisis que parece interminable, aunque la novela esté ambientada en 2004), lejos de balsamizar al personal sufriente creo que lo soliviantará más que otra cosa. Y que vaya por delante, o por detrás en este caso, que yo a los turistas americanos los odio lo normal.

Bicing Barcelona

Bicing Barcelona

En mi estancia en Barcelona vi que el carril bici estaba presente en casi todas las calles importantes. Lo usaba infinidad de gente y muchos además de usar su bici propia, recurrían al sistema de préstamo de bicicletas, conocido como Bicing. En el periódico La Vanguardia es frecuente que la gente se queje de este servicio casi a diario. Las pegas son que no puedes disponer de una misma bicicleta más de media hora, luego has de cambiar de bici si quieres seguir empleando este medio. A veces a la hora de entregar la bici en un sitio está lleno y has de dejarlo en otro más lejos, con el incoveniente que supone y excedido de tiempo.

Como todo sistema, seguro que es susceptible de mejora, y todos aquellos que usan la bici para ir a trabajar, o desplazarse no están usando el coche y por tanto contaminando, así que a pesar de los peros, que seguro que los hay creo que hay que reconocer es una buena iniciativa, a fin de lograr un ciudad limpia y ecológicamente sostenible, si bien el tráfico a pesar de las bicis y de las motos, sigue siendo infinitamente más intenso que en la ciudad de Berlín.

Pensión Iniesta Barcelona

Ventana Pensión IniestaRecientemente pasé por Barcelona e hice noche en esta pensión, la pensión Iniesta. Se anuncia como la más barata de Barcelona. Su ubicación es buena. Situada en el Paralelo, en la calle Fontrodona, número 1, cogiendo la Nou Rambla te plantas en la Rambla en menos de 15 minutos paseando. De paso puedes ver el Bagdag, mítico porno Show. De allí todo el cogollo de la ciudad está a pedir de mano.

El edificio donde está ubicado la pensión es antiguo y la entrada de la pensión es cutre. Nos tocó en la segunda planta y la habitación estaba bastante desvencijada. Más allá del precio lo mínimo que se puede pedir es limpieza. La habitación tenía un armario al que le faltaba un pomo, un baño que no constaba de portarollos, una ventana que no se podía cerrar, y una cortina que no se podía correr porque Pensión iniesta parada autobusesla barra estaba rota. Estas cosas son las que se ven en la fotografía.

El que se duerma como un lirón y no haya ambulancia que le perturbe, seguro que queda encantado. A los que nos cuesta algo más dormir, ni el ventilador me quitaba el calor que sentía, y continuamente escuchaba motos, coches, ambulancias y ladridos de perro de la calle. Además frente a la ventana había una parada de autobuses y donde yo tenía la almohada en esa pared, al otro lado, había un baño así que cuando tiraban de la cadena o sonaba la cisterna era como si se me fuera a anegar el cerebro.
Pensión iniesta Baño sin portarrollos
En todo caso, para gustos colores, así que quien haya visto más mundo y dormido en pensiones más cutres esta le parecerá un oasis, pero yo no pienso repetir en ella, a pesar de que los dos hombres de la recepción, el argentino y el italiano fueran gente muy simpática.