El otro día en el Muwi mientras tocaban los grupos, más que prestar atención al cantante de los mismos, ya fuese Xoel, Cristina, Álbaro o Rodrigo, me fijaba en el resto de los miembros de la banda, en su gestualidad, en si disfrutaban o no con todo aquello. El cantante lleva la voz cantante y aglutina todas las miradas, ¿pero qué pasa con el resto de miembros de la banda? Pienso en ello después de leer esto de Jesús del Río en su novela No estaré aquí mañana.
Mi padre tiene la cabeza inclinada sobre su guitarra y se limita a tocar con evidente desgana algunos acordes apenas audibles.
Vemos a menudo a los músicos ocultarse detrás de las gafas de sol, de las gorras y sombreros, de un gesto duro y distante como si se tratase de una máscara. Nos resultaron graciosos los movimientos espasmódicos de Juan Aguirre detrás de Amaral, desplazándose por el escenario. En su caso sin gorra ni sombrero, sino con gorro de playa azulyblanconáutico, a pesar de que no brillaba el sol y la lluvia se afanaba en querer amargarnos las fiesta. Pensé que si regresase a a casa con uno gorro así en la jeró, me ponían las maletas en la puerta para que fuese, en términos finistérricos, rumbo hacia la Última Thule.
Ilusiona ver a alguien tan vivaracha como Amaral encima del escenario, tan alegre, sin que le pesen las dos décadas de carrera, al contrario, como si esa experiencia fuese un carro alado que de ella tirara. Si la memoria no me falla creo haber visto tocar a Amaral cuando publicaron su primer disco, Amaral, en 1998, en la discoteca Área 7, hoy conocida como Concept.
Pero la palma se la llevó Rodrigo Cuevas. Un espectáculo el suyo rebosante de alegría, humor, desparpajo y picardía, aderezado con voluptuosas coreografías y unos parlamentos entre canción y canción de lo más excitantes, incluso hubo víctimas lipotimiadas. Un espectáculo el de Rodrigo que obliga a reformularse indefectiblemente la idea que uno tenía de las romerías.
Ayer, 11 de Mayo en el Palacio de los Deportes, en mi ciudad de Logroño, asistí al I Festival Palax. Palax, es una cerveza riojana que acaban de lanzar recientemente al mercado. En el botellín de cerveza no se hace mención alguna a su origen riojano, pero la fabrican en Nalda. Esta cerveza es tan riojana como el vino o nuestro aceite. Una cerveza, la Palax, que dicho sea de paso, está muy lograda. Tiene cuerpo y un agradable sabor afrutado.
Las puertas las abrieron a las 20.30 h. A esas horas estábamos cuatro gatos en las gradas, y un par de personas delante del escenario sentados, cogiendo sitio.
Este Festival recogía un monólogo de humor a cargo de Ernesto Sevilla, la actuación de una concursante del programa La Voz, Maika Barbero, una actuación de un grupo integrado en su mayor parte por discapacitados, Motxila21 junto a Marea y como fin de fiesta, El Drogas, ex de Barricada que sigue en pie de guerra, a sus años.
Ernesto Sevilla se plantó en el escenario y logró hacernos reír, soltando por su boca, un buen montón de burradas de todo tipo. Su humor chanante o bien te descoyunta la mandíbula o se te queda un careto que parece que te han empalado. Ernesto no dejó títere con cabeza. Empezó haciendo chascarrillos sobre el muñeco-Rajoy, le dio un buen repaso a la capilaridad de la Pantoja a la falta de inteligencia de Paquirrín (monóculo en 3D), a las adiciones de Marichalar y los tiros que se da Froilán, al carterista Urdangarín, a Maria Teresa Campos, en un apartado acerca de esos humanos que parecen animales puestos de pie. Ernesto hizo la gracia sobre las relaciones necrófilas, sí, follar con muertas, o con mujeres tan pasivas que lo parecían, sobre acostarse con caballos, o con mujeres que tienen su misma cara-quijada, Sarah Jessica Parker, por ejemplo.
Sobre las tendencias que nos vienen de Estados Unidos, como el blanqueamiento anal, los estragos de la adolescencia, espacio en el que el cerebro humano solo alberga un pensamiento: folllar. Y potar en el coche camino de la costa con la familia, y oír las coñas marineras sobre su hermana, cuando se queda bizca, sobre aquel amigo que se depiló las cejas pelo a pelo y nunca ligaba porque se corregía ese erial cárnico con corrector y la gente pensaba que tenía unos cambios de humor muy bruscos. Chascarillos surrealistas y delirantes no aptos para todos los estómagos, ni sensibilidades.
Ernesto tiene su gracia, a pesar de todo. En línea con lo que fue su monólogo, acabó su actuación, con dos espectadores sobre el escenario que le ayudaron en los chorus a cantar ese temazo titulado «Hijo de puta«. Sí, hay que decirlo más. En fin…
Después de Ernesto, subieron al escenario y lo ocuparon en su totalidad los navarros Motxila 21, junto a Kutxi y otros miembros de Marea y El Drogas. El grupo Motxila 21, entre sus 21 componentes hay 12 chicos y chicas con síndrome de down (y otros 9 voluntarios con otro tipo de síndrome según nos refirió su vocalista), lo cual no les impide apasionarse con la música y tocar distintos instrumentos: tambores y saxofones. El lider del grupo hablaba inglés, vasco y castellano y le gustaba mucho la pelota, así que se nombró al de Tricio, Titín. Y tocaron unos cuantos temas. Uno con El Drogas y otro con el Kutxi. Me gustó ver a un grupo de personas superando sus límites, los que a menudo les imponemos los demás. Las canciones eran en euskera. Para alguien, como el menda, que apenas sabe cuatro palabras en esta lengua como esternokleidomastoideo, chacolí o chapela, me limité a disfrutar de la música, que no de las letras.
Me hubiera gustado haber escuchado algún tema más de Kutxi y su voz cazallera. Como reclamo, en la foto, ver en el cartel al Kutxi Romero, surtió efecto. El Kutxi en su canción hablo de Emilio López, de Navarrete, el Rey de La Rioja.
He puesto un vídeo de Motxila 21 y El drogas. No tiene mucha calidad pero es lo que da de sí mi móvil.
Y de regalito otro vídeo. La canción, No somos distintos, que Kutxi Romero, el mejor letrista de este país (basta para confirmar esto escuchar temas como Corazón de mimbre, Pan duro, Los mismos clavos, Viento de poniente, Ciudad de los gitanos..), junto a Joaquín Sabina, cantó con los Motxila 21. Además Kutxi Romero publicó el día 14 de mayo un disco titulado «Aquí huele a Romero«, donde Kutxi selecciona treinta canciones, colaboraciones que ha realizado con otros grupos, que han reclamado su presencia a lo largo de estos quince años. Si en estas canciones Kutxi ha aportado su voz, con Motxila 21 es el único grupo, con el que además de voz ha compuesto la música. Ahí es nada.
Después de Motxila 21, le llegaría al turno a Maika Barbero. Maika no es un triunfita. Ella vino de La Voz, programa televisivo que nunca he visto, y tiene un vozarrón. De momento se dedica a hacer versiones sobre música enlatada. Cantó temas de U2, Bon Jovi, Scorpions, The Queen, Bonnie Tyler, entre otros. Y nos presentó un single de su cosecha, En tus manos. El cual ha sido posible gracias a Melendi, nos contó. Maika tiene voz pero le faltan tablas. Uno flipó con semejante voz, escuchando como imita temas míticos, pero ahí queda la cosa. O sacas un disco con letras propias y le das tu impronta, deviniendo un artista singular o te conviertes a la voz de ya en otro triunfito o vocecilla venida a menos en cuatro días y si no al tiempo.
Finalmente El Drogas apareció sobre el escenario. De Barricada conozco unos cuantos temas de mi época juvenil. Del Drogas en solitario apenas conocía ningún tema y cuando éste llevaba ya unos cincuenta minutos sobre el escenario, de pie, a cuatro patas, o reptando, porque al Drogas meterse de todo, le ha dado la elasticidad de un mimbre que se cimbrea y el andar serpenteante de una boa constrictor, me levanté y me fui para mi casa, mientras las tres jóvenes de delante y los dos de al lado se fumaban su cigarrito tranquilamente. Porque aunque parece ser que está prohibido fumar en el Palacio de los deportes, sin ser una plaza de toros, todo el mundo se saltaba la prohibición (y ese Estado Policial, que mencionaba El Drogas en uno de sus ladrillazos) a las torera. No sé si Kutxi saldría a tocar algún tema con El Drogas, En tu agujero por ejemplo. Los que aguntastéis hasta al final que me lo cuenten, si os place, poniendo un comentario.
La entrada costaba 15 euros. Una amiga me la consiguió por 12 euros en un portal de internet. Y durante el concierto en una de las pausas, vimos que en otro portal de descuentos, la vendían por 9,95 €.
Hace unas horitas que acabo de llegar de los conciertos, tres, que vi ayer en el Palacio de los Deportes, en la capital Riojana. Allí se dieron cita tres bandas, dos riojanas: Motel Lazarus y Silencio Absoluto y otra cántabra, El Rulo con su contrabanda.
Yo iba a ver al Rulo, pero al contrario que otros muchos que fueron al Palacio alrededor de las doce de la noche, que es cuando tuvo lugar la actuacion del Rulo, me dejé caer por el Palacio a las diez de la noche, para ver tocar a Motel Lazarus, que este lunes publicó su primer album. La banda desgranó unos seis temas, y los dos últimos acompañados de Rafa (The Crows, ex Theorem of Pain). No gozo mucho oyendo a un tío berrear, pero Motel Lazarus tocan de puta madre y más allá de los berreos, que fueron puntuales, el cantante dio muestra de su registro vocal.
Pues eso, que me gustaron. Desearles mucha suerte.
Después vinieron los de Fuenmayor, Silencio Absoluto, con Txinin al frente empeñado en que aquello fuera una fiesta, y creo que lo logró. Caben unos tres mil en este sitio y estamos unos ….decía Txinín en los comienzo del concierto. A saber. Lo importante no es la cantidad sino la calidad. Txinín y los suyos tocaron todos su himnos, sin tregua, haciendo moverse a todo el mundo, buscando las voces de la muchedumbre en sus temas más populares y tras casi una hora abandonaron el escenario con los deberes hechos. Me gustó mucho el guitarra, un chavalito joven que creo que se llama Samuel, que parecía haber dejado el patinete para subirse al escenario.
La traca final vino con la banda de Reinosa. La fuga se separó y El Rulo y Fito se fueron por un lado, y el bajo y el batería por otro, manteniendo el nombre de La fuga. Al Rulo no le va nada mal. Vende discos y llena en los conciertos. Agradecieron a todos aquellos que hace tres meses de dejaron caer por el Mierdamarkt en la firma de discos (el lanzamiento de su último CD, Especies en extinción). De este disco sonaron casi todos los temas: A punto de colapsar, Mi pequeña cicatriz (cuando esas heridas al final cicatrizan), La flor (que El Rulo dedicó a una tía suya que había fallecido hacía un par de días, tras mucho luchar), Al infinito, Divididos, Buscando el mar (la que más le gusta al Rulo de su último trabajo), A solas, El prota, El mejor veneno (la música, entiéndase…noches de desenfreno mañanas de ibuprofeno, cantar siempre será el mejor veneno..).
Del anterior trabajo sonaron los temas, Señales de humo, Como a veces lo hice yo, Como Venecia sin agua, Heridas del rock´n´roll, Mi cenicienta, La cabecita loca, Descalzos nuestros pies, Tranqui por mi camino, Fauna rara (altavoz en mano) Por morder tus labios (interpretada con el Rulo y su guitarra, sólo sobre el escenario: No sé vivir sin ti, no sé vivir contigo, cuando reviente todo, seguirás por tu camino, para siempre es mucho tiempo, una noche es poco rato, me jugaría la boca, por morder tus labios. Rulo, me horripilas hijo mío).
Como uno no puede ni debe renegar del pasado, también hubo ocasión de escuchar otros temas, de cuando El Rulo formaba parte de La Fuga: Buscando en la basura, Majareta, P´aquí p´allá, Por verte sonreír.
Al final, dos horas de concierto, hasta las dos de la madrugada. El Rulo y la banda que le secunda (todos nuevos salvo Fito, que es el tercer grupo en el que siguen tocando juntos) tocaron fenomemal. El Rulo conectó con el público desde el comienzo, incluso en un tema, el Rulo dejó el micro a los de la primera fila para que cantaran un tema ellos, se disfrazaron de piratas, vikingo y demonio y sobre todo ofrecieron dos horas de buen rock´n´roll a los allí presentes. Un placer.
Me voy cantando el vals del adiós. Una pena que el Rulo no la tocase. Con Bunbury hubiera sido el delirius tremens.
Por cierto, ayer se acababa el mundo. Una trola como otra cualquiera. De haber sido cierto, como decía el maestro Sabina en una de sus canciones «que el fin del mundo te pille bailando» y cantando, apostillo yo. Una muy buena manera de diñarla.
Como apunte comentar que a pesar de que estaba prohibido fumar, la gente hizo caso omiso, y aquella velada era propia de aquellos tiempos anteriores a la prohibición. Así pude volver a casa ahumado, como el salmón, muy de estas fechas navideñas.