Pablo Llanos en este poemario le da mil vueltas, como el niño que juega con el cubo de Rubik, a esto del amor. Como cantaba Sabina, cuando todavía tenía voz, Amor se llama el juego en el que un par de ciegos juegan a hacerse daño, y cada vez peor y cada vez más rotos, y cada vez más tú…
Pablo va por este mismo camino. Es decir, no hay amor sin espinas, no es el amor un camino fácil ni complaciente. Y aquí más que amor hay desamor, separación, abismo, rupturas, cicatrices, aproximaciones, inseguridades, tropiezos, debilidades, superación de los miedos, parejas que buscan más la perfección que la felicidad, parejas que recorren el espacio que va del primer beso al portazo, parejas en las que él confiesa ser más hábil con los juegos de palabras que con los juegos preliminares, porque a estas alturas ya sabemos que las personas no casan tan fácil como los calcetines, aunque nos perdemos igual.
Resumiendo: aquí tenemos la carne de la vida embutida en tripa animal para solaz del lector carnívoro.
Al leer el poemario no evoco las siete fases que nos hacen pasar de la indiferencia al apasionamiento, como recogía en Stendhal en su librillo Ernestina o el nacimiento del amor, sino que me trae ecos de Karmelo C., o mejor, resonancias (magnéticas), ya saben esos poemas que van directos a nuestros órganos para escanearlos al detalle, poemas que son un tortazo en plena jeta, o un pellizco en las entrañas, o ese piropo que te saca los colores, o aquel reproche que te deja con cara de tonto y un puñado de contradicciones en cada mano.
Pienso que el amor dura tanto/ como el tiempo que logras/ sostener la mirada.
Pablo maneja bien las palabras y juega con ellas, es decir, hace juegos de palabras y lleva el poema a lomos de su ingenio adonde él quiere, para que cuando estés confiado, de repente, te cambie una palabra por otra y te quedes a cuadros, y debas volver al poema y apreciar la mudanza y su sentido (dejaron claro que no podía morir el uno sin el otro; supe que era/ alguien especial/ cuando saltaron todas/ mis alertas de inseguridad; nuestra ruptura fue/ un conflicto de desintereses; siempre fui incapaz/ de contener mi mal ingenio)
Y me pasa una cosa curiosa, porque cuando leí
MIS PROBLEMAS CON LOS CALCETINES
Cuando, tendiendo la ropa,
se me cayó un calcetín al patio
tuve un pensamiento
que no quería tener.
En vez de tener, leí tender.
Y otra cosa que me ha gustado de este poemario es la selección de las citas que elige Pablo, como esta de Auster.
Todo hombre tiene un momento único en la vida.
Yo los he tenido a montones.
Manual de modelado de corazones para hombres de hojalata
Pablo Llanos Urraca
Cuadranta Editorial
107 páginas
2022