El intelectual rampante. Chimaera bombinans in vacuo; Basilio Baltasar, Krk Ediciones
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¿Por qué escribe? Respuesta a una encuesta~ Jeanne Hersch
Por una serie de razones, me resulta difícil hablar de mis propios libros. En primer lugar, porque mantengo muy poca relación con ellos una vez escritos: una relación, por lo demás, ambigua. En cierto sentido, los olvido, y cuando les doy una ojeada me asombran. Su estilo me sorprende casi tanto como mi voz por la radio. No obstante, permanecen cerca de mí, incluso dentro de mí; basta que alguien hable bien o mal de mis libros para que sepa que, inmediatamente, al hablar ellos, se está hablando de mí. De un mí que es mi yo esencial, sensible y fatalista, capaz de alegría o de tristeza, pero no de indignación ni de actitud combativa, entregado a lo que ya no depende de él.
Jeanne Hersch. El nacimiento de Eva.
Traducción de Rosa Rius Gatell.
Acantilado. 2008
Celebridad póstuma
Pero al mismo tiempo, inversamente, la suma de sus obras, conocidas solamente de los enterados en la época en que la señora de Swann patrocinaba sus tímidos esfuerzos de diseminación, ahora crecidas y vigorosas a los ojos de todos, había cobrado entre el gran público un extraordinario poder de expansión. Sin duda ocurre que sea únicamente después de su muerte cuando un escritor llega a hacerse célebre. Pero él era en vida aún y durante su lento encaminarse hacia la muerte, todavía no alcanzada, como asistía al de sus obras hacia la Fama. Un autor muerto es, a lo menos, ilustre sin fatiga. El brillo de su nombre se detiene en la piedra de su sepultura. En la sordera del sueño eterno no se ve importunado por la Gloria. Mas por lo que hace a Bergotte, la antítesis no era enteramente acabada. Existía aún suficientemente para que le hiciera sufrir el tumulto. Se movía aún, bien que con trabajo, al paso que sus obras, rebrincando como muchachas a las que tenemos amor, pero cuya impetuosa mocedad y cuyas ruidosas diversiones nos cansan, arrastraban cada día hasta el pie de su lecho nuevos admiradores.
El mundo de Guermantes. En busca del tiempo perdido. Marcel Proust. Traducción de Pedro Salinas.