Miguel Angel Hernández
Editorial Anagrama
223 páginas
2015
Tras Intento de escapada, Miguel Ángel Hernández (Murcia, 1977), ha publicado recientemente esta novela, con la que quedó finalista del Premio Herralde.
En su anterior novela, Marcos, el protagonista, era un joven que se veía transformado tanto por Helena como por su contacto con el artista Jacobo y donde el autor planteaba jugosas reflexiones sobre el papel del arte, acerca de sí lo estético debe ser ético, si un artista puede ser un hijo de puta sin dejar de ser artista, si el arte debe siempre ser ético o incluso legal, cual es el valor de una vida, si todo tiene un precio, si la dignidad humana es algo intrínseco o es un atributo más que viene conformado o impuesto desde fuera, etc).
Ahora el protagonista se llama Martín, su vida hace aguas, se ha divorciado de su mujer y quiere un cambio, poner tierra por medio, y se traslada a los Estados Unidos, a la ciudad de Williamstown, en Nueva Inglaterra, donde ya estuvo hace diez años como becario.
No se debe volver a los sitios donde fuimos felices, nos dicen.
Pues Martín, vuelve, entre otras cosas porque su plaza de interino en la Universidad se la quitan, al no estar acreditado, e ir al Clark Art Institute, y atender la invitación (semestral) que le hace la artista Anna Morelli, le parece lo más acertado en esos momentos.
Anna conoce la novela que ha escrito Martín sobre el mundo del arte, así como sus ensayos, y en el proyecto que se trae ésta entre manos «Fuisteis yo«, con el que pretende recordar las historias que ya nadie recuerda, necesita que Martín le proporcione una historia a las seis películas que Anna ha encontrado, donde se muestra un muro, un bosque, una imagen fija, seis películas de igual duración, 46 minutos, donde una imagen se repite sin apenas variación en cada película.
Al igual que Cercas en su novela El impostor, Martín, también se siente tal, ya que tras publicar su novela, el mundo del arte, e incluso su labor docente en la universidad le resulta ahora impostado, y no le interesa nada de todo aquello, si bien todavía ejerce sobre él este mundo del arte el influjo necesario como para tenerlo por ahí dando charlas y conferencias.
La tensión sexual entre Martín y Anna es inevitable, solo que Martín lo intenta y es el suyo un intento de empalmada, sin éxito. Pero todo cambia una noche en la que Rick, sodomiza a Martín y mientras este experimenta una satisfacción extraña, y siente que se llena, !llega la erección! y la posterior cópula con Anna, de quien toma posesión física, penetración mediante.
Así, que si necesitáis ayuda, pedirla, siempre.
Lo que escribe Martín lo escribe para Anna, pero lo escribe también para él, y lo escribe para Sophie, la mujer de quien se enamoró cuando estuvo de becario, ya casado con Lara, intentando algo parecido a un triángulo amoroso que a Lara nunca acabó de convencer.
En la narración, se mezcla el sexo, la aventura(hay un viaje hasta el lugar donde se rodaron las imágenes de marras, e incluso una entrevista con el hijo del filmador de las mismas), el misterio (Anna no sabemos si está zumbada o es que las artistas de verdad son así), reflexiones Walterbenjaminianas (sobre el pasado), y esto hace que la misma me resulte fluida, a ratos divertida y me libre incluso de estar cabeceando cada quince minutos. Me gusta Martín porque es un perdedor, y escribe para cerrar heridas o para abrirlas, para escribirse y comprenderse, o simplemente para tratar de decirnos que cuando busca en el espejo el rostro de su padre muerto, allí ya no ve nada.
A los seis meses todo acaba y Martín se vuelve para España, con su libro escrito y Miguel con su flamante novela finalista del Herralde.
Me gustó bastante más Intento de escapada, pero si sois de los que os van las listas de los mejores libros del año (que publican por ahí), tanto como los libros premiados, con esta novela podéis hacer doblete.