Archivo de la categoría: Roberto Vivero

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Dios y mundo (Johann Wolfgang von Goethe)

Para Goethe la poesía era la materia prima de la ciencia. Y aunque Goethe es hoy inmortal merced a sus poesías, siempre mostró interés por la ciencia, ya fuese por la naturaleza de los colores, la astrología, la botánica, la anatomía, etc. Y a tal fin, en su afán por divulgar la ciencia, empleó la poesía y una buena muestra de ello es este libro, Dios y mundo. Lo vemos claro si leemos, por ejemplo, La metamorfosis de las plantas, en la que Goethe se afana por explicar, muy poéticamente, el proceso que lleva a la semilla hasta su transformación en fruto. O cómo el minucioso análisis del cielo y las nubes, le lleva a crear poemas como Estrato, Cúmulo, Cirro, Nimbo o Atmósfera. O a dedicar una poesía En honor de Howard, el inglés que dio nombre a las nubes.
Siempre está presente la Naturaleza y la afirmación del poeta de que esta no tiene núcleo ni corteza, porque ella es todo a la vez. Las cuestiones filosóficas y teológicas también fueron del interés del poeta, aquí con poemas tan explícitos como El alma del mundo, Permanencia en el cambio o Uno y Todo. En las poesías la idea de la eternidad, del continuo movimiento, del hacedor, de la nada y el ser; la materialización del estudio de las ideas de Platón, Aristóteles, Leibniz…
El libro concluye con Los sabios y la gente, en donde Goethe se ciñe a aspectos más concretos y prácticos de la existencia. Son diálogos que la gente mantiene (preguntando), con los sabios (respondiendo); filósofos como Demócrito, Parménides, Anaxágoras, Diógenes, Crates, etc…

La gente

¡Explícame qué significa ser feliz!

Crates

El niño desnudo no duda de eso;
se aleja a saltos con su moneda
y conoce muy bien el lugar del pan,
me refiero a la panadería.

Dios y mundo
Johan Wolfgang von Goethe
Ápeiron Ediciones
Edición bilingüe
Traducción de Venancio Andreu Baldó y Roberto Vivero
Año de publicación: 2023
94 páginas

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Mis recuerdos de Friedrich Nietzsche (Paul Deussen)

La vida de Friedrich Nietzsche, tal como transcurrió desde el 15 de octubre de 1844 hasta el 25 de agosto de 1900, presenta tres evidentes puntos de inflexión, los cuales vienen marcados por los años 1869, 1879 y 1889: 1869, cuando, antes de concluir todavía sus estudios en Leipzig, fue invitado a ocupar un cargo de profesor en la Facultad de Filología Clásica de Basilea; 1879, cuando renunció voluntariamente a ese cargo para vivir, de ahí en adelante, como un eremita centrado en sus propios pensamientos y en su elaboración; 1889, cuando los esfuerzos que implicaba ese género de vida antinatural provocaron una parálisis repentina de sus fuerzas mentales, la cual perduró hasta su muerte, privando al sufriente de aquella consciencia clara sobre sí mismo y su entorno.

Es un buen resumen el que nos ofrece Paul Deussen. Nietzsche nació en 1844, Paul Deussen en 1845. Lo interesante del libro de Deussen es que ambos estudiaron juntos en Pforta, y así somos testigos de cómo evolucionó Nietzsche, el cual desde que es un escolar ya destacaba, no con las matemáticas, que es un negado, pero sí en el resto de asignaturas, obteniendo las mejores notas.
Nace entre ellos una amistad, con altibajos, que durará hasta la muerte de Nietzsche.
En sexto curso a ambos les une su amor por las poesías de Anacreonte. Mucho tiempo compartieron juntos y Deussen afirma que no puede imaginarse lo que habría sido de él si no lo hubiera tenido a él (a Nietzsche) a su lado esos años. Da cuenta Deussen del espíritu muy poco teatral de Nietzsche, ya que traía de casa una naturaleza profundamente seria: todo lo teatral, tanto en sentido crítico como laudatorio, le resultaba muy extraño.
El relato de la amistad, va alternándose con el contenido de 26 cartas de Nietzsche dirigidas a Deussen entre 1864 y 1887.

Con apenas 20 años Nietzsche escribe:
Ahora ya conoces mi trabajo y mi vida, que prácticamente se diluyen el uno en la otra.

Además de intereses intelectuales ambos se enamoraron de la misma mujer: Maria Stirner, sin que la cosa cuajara con ninguno de los dos.
Vemos cómo Nietzsche es un lector concienzudo a quien con veinte años interesaba mucho Homero, Sócrates, y Diógenes Laercio.
Y no encontraba sosiego alguno allí donde no pudiera ser productivo.
En 1864, no había nada de esa hostilidad hacia el cristianismo y la moral cristiana que se gestó posteriormente en Nietzsche.

Reconoce Deussen en 1864 que los seis años junto a Nietzsche ejercieron en él una poderosa influencia, pero tenía una tendencia a corregirlo y supervisarlo en todo.

Algo que se repetirá en las cartas, es la necesidad de verse en persona.

Las cartas son simplemente paisajes subjetivos. La presencia forma parte de la amistad: de lo contrario, ocupa su lugar el culto al recuerdo, escribe Nietzsche.

Le da cuenta a Deussen de sus lecturas y afirma: Leer mucho embota terriblemente la cabeza. Al estómago de mi cerebro le resulta molesto el hartazgo.

Deussen a su vez va poniendo al día a Nietzsche de su situación laboral e inquietudes filosóficas, haciendo ver lo importante que había sido para él leer a Kant y ahora a Schopenhauer.

En 1868 Nietzsche se muestra fascinado por Wagner, por haber descubierto al verdadero santo de la filología. El mayor genio y el mayor hombre de nuestra época, completamente inconmensurable.

Ya sabemos que desdecirse es humano, tan humano. Y esto lo vemos claramente en el tono que Nietzsche empleó contra Wagner en su libro El caso Wagner.

En 1869 Deussen se entera de que Nietzsche ha sido nombrado profesor de la Universidad de Basilea sin haberse doctorado, y este le da la enhorabuena, pero sin ocultar cierta envidia, pues a Deussen no le van tan bien las cosas. Nietzsche en una postal da por finalizada la relación, si bien, no fue algo irreconciliable y tras aclarar las cosas la relación continuó.

Con ¿25 años? Nietzsche escribe:

Ya soy demasiado viejo para poder ser vanidoso ¿a ti te pasa lo mismo?

En 1869 Nietzsche anima a Deussen a no encubrir las palabras con el encubridor manto de la retórica y en 1870, saluda a Deussen de que este haya encontrado el camino de la sabiduría y como aquel que ataca la cumbre a 8000 metros y lo hace solo, así Nietzsche advierte a Deussen de que a partir de ahora se sentirá más solo que nunca, como dice sentirse Nietzsche.

A su vez, Nietzsche se piensa a sí mismo como el primero de todos los filólogos ¿Es esto vanidad o no?.
O cuando escribe: yo no quiero tener razón para hoy y mañana, sino por milenios.

En las últimas cartas, las de 1887, Nietzsche se lamenta de no encontrar un editor y según Deussen hablaba de su Zaratrusta como de una Biblia de la humanidad. En 1889 encontrarán a Nietzsche en las calles de Turín en un estado lamentable e inconsciente.

Deussen concluye que si Nietzsche no se hubiera apartado a propósito del trato humano, donde alcanzó una posición tan prestigiosa, si hubiese mantenido su puesto, si hubiese fundado una familia y hubiese dejado madurar, lentamente, los frutos de su espíritu, en lugar de en soledad y con una sobretensión estética de sus fuerzas, estar embebido en sus pensamientos durante el día, forzando por la noche el huidizo sueño con narcóticos cada día más fuertes… quién sabe si todavía viviría entre nosotros, pleno de salud, pudiendo aportarnos, en lugar del torso que legó, la figura divina completa de una concepción del mundo excéntrica pero digna de un alto grado de consideración.

En cuanto a su obra considera que Nietzsche no fue un filósofo sistemático, ni con los grandes problemas de teoría del conocimiento ni con la psicología ni con la estética o ética que solo son tratados de paso. Al contrario que Schopenhauer.
La doctrina del eterno retorno le a recuerda la de los antiguos pitagóricos. Y el Superhombre de Nietzsche no deja de ser un ideal de humanidad. El propio Nietzsche se aproxima ya en su último escrito a la idea de que el superhombre no sería un Mesías […] sino un ideal de vida al alcance de todo ser humano.

Y creo que Deussen coincide con Malwida, amiga de Nietzsche al pensar que si Nietzsche hubiera vivido más tiempo, hubiera aclarado sus concepciones y completado un círculo, llevando a cabo una última transformación.

Mis recuerdos de Friedrich Nietzsche
Paul Deussen
Ápeiron Ediciones Baldó
2023
Traducción de Roberto Vivero y Venancio Andreu
152 paginas

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Mis relaciones con Nietzsche (Carl Spitteler)

Voy dando cuenta aquí de distintos textos que ofrecen una imagen de Friedrich Nietzche (1844-1900) desde diversos puntos de vista. Ya sea desde la amistad que durante casi dos décadas le unió a Malwida, o la que se estableció durante los cuatro años que frecuentó a Meta von Salis-Marschlins o bien desde una relación, ya no amistosa, sino de carácter laboral, la que se estableció entre un escritor y el reseñador Spitteler (también escritor).

Si a las amigas de Nietzsche el trato personal y la relación epistolar con este les supuso encarecer al filósofo por su corazón noble y bondadoso, por su incapacidad de herir a nadie, aquí las cartas que muestra Carl Spitteler (1845-1924) nos dan la visión de un artista envanecido (Hasta ahora he creído que una criatura de esta época se hacía un inmerecido honor al coger en sus manos un libro mío), que quiere no lectores sino acólitos, para quien las críticas hacia su obra se derivan de la incapacidad de los lectores, y se evidencia lo susceptible que Nietzsche era hacia las críticas recibidas, hacia aquellas palabras que no sirviesen para alabarlo. Consciente de que las masas no lo entenderían, no se privaba de calificarlas (en privado, en sus cartas, y a sus amigos) de chusma o ganado suizo.

El valor del libro radica en ver qué hay detrás del gran artista, qué le mueve y aborrasca su espíritu, cómo encaja las críticas (las encaja mal, por eso le envía a J. V. Vidmann, redactor de Der Bund, una crítica que recibirá criticando la crítica de Spitteler hacia la obra de Nietzsche), cómo actúan también los distintos agentes en el mercado editorial; vemos los problemas que tuvo siempre Spitteler para publicar sus obras, acumulando inéditos en los cajones del escritorio (a pesar de todo, Spitteler obtuvo el Nobel en 1919, por el poema épico Primavera olímpica y pudo finalmente publicar unos cuantos libros), igual que le sucedió a Nietzsche (pero en distinta medida; pero consciente de que sus últimas obras se las tendría que acabar publicando él mismo), cómo las reseñas no buscan otra cosa que aumentar la venta de los libros reseñados, o cómo se ofrecían o imponían los libros de Nietzsche para ser reseñados por personas sin formación filosófica como Spitteler, unido a Nietzsche cuando el primero se posicione a favor del libro El caso Wagner (publicado en noviembre de 1888), siendo una de las pocas voces favorables que encontrará el filósofo, quien pensaba que con este opúsculo podría bajar del pedestal a Wagner. Lo cual no sucedió e hizo que Nietzsche se fuese encontrando cada vez más solo en su camino.

Otro tema curioso aquí tratado es que el libro de Spitteler Prometeo y Epimeteo guardaba similitudes con Así habló Zaratustra, publicado dos años más tarde. Pero Spitteler no quiere tomar partido y decide mantenerse neutral, no alimentar la polémica, pero ahí queda para el que desee leer ambos libros y pronunciarse al respecto.

Carl Spitteler
Mis relaciones con Friedrich Nietzsche
Ápeiron ediciones
Año publicación: 2022
Traducción y edición de Roberto Vivero
96 páginas

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Nietzsche (Malwida von Meysenbug)

Comentaba el otro día el libro Nietzsche, noble y filósofo, de Meta von Salis-Marchlins, que junto a Lou Andreas-Salomé, Elizabeth Förster-Nietzsche y Malwida von Meysenbug pueden ser consideradas sus cuatro evangelistas.

Nietzsche y Malwida fueron amigos durante dieciséis años. Esta amistad se forjó en parte por la proximidad personal, y en parte por correspondencia. Este libro es la quintaesencia de esas cartas. Para Malwida Nietzsche era alguien bondadoso en el trato personal, como despiadado juez en su última concepción de la vida.

A Malwida le causó una honda impresión la lectura de El nacimiento de la tragedia en el espíritu de la música, y ahí vio el ojo vaticinador del poeta que capta la íntima verdad de las cosas con mirada visionaria, ahí donde el pedante erudito de biblioteca solo se queda con la cáscara externa, considerandola lo esencial.

En las cartas que ambos se dirigen vemos cómo la esperanza del Sur era para Nietzsche un consuelo, por eso en octubre de 1876 eligen una villa en sorrento en la que pasarán juntos unas cuantas semanas Nietzsche, Malwida, Paul Rée y Albert Brennen. En la proximidad Malwida aprecia en Nietzsche un corazón amable. Es en esa época donde se despierta la predilección de Nietzsche por los aforismos, y Malwida aprecia en Nietzsche una transformación.

El primero y más poderoso impulso para esta transformación era la violenta inclinación de su personalidad natural a desprenderse de las poderosas influencias que en su juventud lo habían dominado para seguir su propio camino.

Nietzsche se enroca en su soledad y es consciente de que nadie va a acompañarlo en su camino, consciente de que sus escritos disgustan a mucha gente y convencido de que debe confiar a su obra su vida, siempre menoscabada por su precaria salud, pues solo su obra le ayuda a vivir. En 1878 dice encontrarse en armonía consigo mismo. La sensación de inmensa fecundidad de su nueva filosofía le hace no sentirse terriblemente sólo.

Este fue el final del primer periodo en la vida del hombre digno de ser amado, benevolente y sensible, de la naturaleza artística para cuyo ideal era abominable todo lo putrefacto, engañoso y caduco, y la cual se sentía lo suficientemente fuerte como para emprender la lucha contra todo eso. Ahora siguieron como en rápida sucesión, los lances del destino, externos e internos, que propiciaron la segunda época. Irrumpió una amargura que arrojó una sombra oscura sobre todo lo que una vez le había sido querido, que convirtió su amor en odio, destrozó sin piedad los ideales que había tenido hasta entonces, lo enredó en contradicciones consigo mismo y privó a la exposición de sus pensamientos de la bella claridad de sus primeros trabajos. En primer lugar estaban los sufrimientos físicos, casi incesantes, que lo incapacitaban prácticamente para vivir y que lo obligaron en 1879, a abandonar la universidad de Basilea, la cual le mostró a él como un profesor todavía tan joven, su más alto respeto, al dejarle como pensión el salario íntegro.

Esta transformación era para Malwida la segunda fase de su desarrollo, como un período de pruebas y esperaba que de esas conclusiones de las mismas, que se deslizaban hacia un extremo odioso y falso, surgiese el noble espíritu de Nietzsche, tal como se había mostrado en sus inicios.

Por eso Malwida, aunque renuncie a Nietzsche después de aparecer El caso Wagner, seguirá confiando (como una madre con un hijo díscolo) en su restablecimiento, más allá de los malos presagios que Humano, demasiado humano pintaban en el horizonte vital de Nietzsche, tras cuya publicación se fue quedando solo en el camino.

Nietzsche
Malwida von Meysenburg
Ápeiron Ediciones
Edición, traducción, introducción y notas de Roberto Vivero y Venancio Andreu Baldó
88 páginas
Año de publicación: 2020