Don Álvaro o la fuerza del sino es un muy buen exponente del teatro romántico español del siglo XIX. En apenas 100 páginas Ángel de Saavedra -Duque de Rivas (1791-1865)- erige sobre el equívoco una tragedia descomunal, que nada tiene que envidiar a las tragedias griegas, y ya sea por mala suerte, por venganza, o por que los sentidos nos traicionan y sacamos fatales y erróneas conclusiones, en la obra palma todo pichigato.
Por medio se mezcla lo humorístico y lo trágico, el verso y la prosa, un lenguaje coloquial y florido, múltiples escenarios: ya sean estampas rurales, frentes de batalla, o lo recoleto de un convento.
Todo es llevado al último extremo, a la muerte que lo toma todo, ya sea por accidente, o por ensañamiento, pero el caso es que a pesar de que esta obrita de teatro la he leído con cierto regocijo, no sé bien la razón, no me ha llegado y removido tanto como por ejemplo Bodas de sangre, o Antígona, porque no he llegado a ser parte activa de la obra, sino un mero testigo de los acontecimientos, como el si aciago destino de todos los presentes en la obra no llegara a encarnarse.
Don Álvaro o la fuerza del sino (Duque de Rivas)
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