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Tangos en prosa (Verónica Nieto)

Si el tango es queja, reclamo, dolor y rebeldía estos Tangos en prosa (Trampa ediciones; 2022) qué no serán sino un reguero de historias variopintas en las que su autora, Verónica Nieto, (Rumiar la biblioteca) dispara con tino su imaginación en distintas direcciones. Para ir al pasado y poner en escena a Medea, la infanticida, provocando la ira de Jasón.
Medea
Para recrear el final de Heliogábalo, El sacerdote de Emesa, muerto con ¡18 años!, cuya existencia fue breve pero intensísima, entregada el joven emperador a toda clase de placeres sensuales, sin dejar cavidad de su cuerpo desaprovechada, cuyo final es descarnado, acompañado en su muerte de su pobre madre.
Heliogábalo

O Révash, la ciudad de los muertos, para ir al tiempo de los incas, para ver cómo, a veces, la delación es la única manera de sobrevivir.
La ciudad de los muertos

O ir al presente, con un tono muy poético y subyugante, como acontece en el primer relato que inaugura el libro, La siesta de tus aguas. Otros relatos como El sótano, manejan con solvencia el suspense, la mezcla de elementos que causan sorpresa al lector, al carecer de los elementos que le permitan armar el puzle, embebido el relato de una atmósfera extraña. Pareja extrañeza es la que experimento con Frazada nueva, en la que una alemana residente en una localidad argentina, rememora aquellos años, los del apogeo alemán y el esplender nazi. Un rememorar que opera con la misma fuerza con la que trabaja la amnesia, para dejar en el limbo, los recuerdos, el pasado, tal que así los hijos, los nietos, no sepan nada de lo que sus abuelos hicieron. La mejor manera, pues, para que no les puedan pedir cuentas ni alimentar, en el peor de los casos (para ellos), los remordimientos.

No supone una rareza dar la voz a los animales. Así sucede con Los experimentos. La voz cantante la llevan unos ratones, que tratan de aportar algo de luz a su existencia, toda vez que su maestro, o mejor, su profeta, una rata albina con los ojos rojos va camino de diñarla, sin que parezca existir una tierra prometida (a no ser que su destino no pueda ser otro que «rata de laboratorio») hacia la que dirigir a su rebaño o colonia.

Uno de los mejores relatos me ha parecido De lo que acaeció a Uma Inti. En castellano antiguo nos situamos en 2012, donde una joven salvará la vida al convertirse a la religión del Sol. Relato que ofrece reflexiones interesantes acerca de nuestra idea del progreso. A veces vale la pena pararnos un momento a pensar si los considerados avances o muchas de las cosas hoy disponibles en el mercado nos hacen la vida mejor. No digo más cómoda, digo mejor: más plena, con más sentido.
Otros relatos serán capaces de ponernos los ojos como platos, siguiendo las andanzas de un vampiro pianista practicante del jazz y cuya técnica de tocar el piano con los pulgares cruzados causará sensación.

Y si queremos entregarnos al humor, Élan de Copi lo propicia, merced al malentendido, a la confusión de confundir a una enana con una niña. De enmarañar la realidad con la ficción, la escritura con la vida.

Bueno.

Verónica Nieto en Devaneos | Qué haces en esta ciudad

La mujer desnuda (Armonía Somers)

La mujer desnuda (Armonía Somers)

Trampa ediciones publica La mujer desnuda (escrita en 1950) de la escritora uruguaya Armonía Liropeya Etchepare Locino (1914-1994), más conocida como Armonía Somers, novela que mezcla con magníficos resultados elementos fantásticos, terroríficos y eróticos. Una mujer de 30 años, Rebeca Linke, quiere romper el día de su cumpleaños con su pasado y su memoria y nada mejor le viene a la cabeza que perderla, decapitación mediante; una forma un tanto bruta, no vamos a engañarnos, de resetearse. Lo curioso es que una vez decapitada puede volver Rebeca a insertar la cabeza en su sitio y seguir funcionando como si tal cosa: el mismo cascarón pero ya otra.

La mujer, en su estampida, irá a dar a una casa abandonada, adquirida por cuatro gordas, a la que llegará en tren, circundada el inmueble por el clamor de los bosques: pura vida y aliento que Rebeca percibe y asume. Cerca de la casa un río con el que maridarse y un pueblo con el que poner a prueba la naturaleza humana. Despojada del abrigo con el que se dio a la fuga, abandonará la casa sin más amparo que su piel. Desnuda como vino al mundo la narración incidirá luego en lo bíblico, yendo hasta el Génesis, hasta Adán y Eva, la serpiente, el pecado original, el castigo divino y hay aquí una situación análoga cuando Rebeca, desnuda, se muestre a los demás de esta guisa, entendida su desnudez como una afrenta, agitando a su paso demonios interiores, avivando las pesadillas y removiendo la sangre turbia de los circunstantes, poblando sus negras mentes de fantasmas y fantasías, de deseos sus cuerpos que creían sino inertes al menos apaciguados por mortecinas y castrantes rutinas. Ella es un espejo al que todos por una razón u otra quieren hacer añicos.

Un hombre, renacido al menos nominalmente, caerá bajo la radiación amorosa de Rebeca, y le surge la oportunidad de seguir el rastro de sí mismo, un rastro perdido bajo la toneladas de cascotes que deja la convivencia, el trabajo agotador, la inclemente lluvia ácida de la moral, la costumbre, la tradición.

Armonía hace gala de una gran concisión para en poco más de cien páginas y con un lenguaje primoroso, trabajado, sinuoso, ofrecer una historia aquilatada, que hace gala de una sensibilidad que se explaya en lo sensual, la voluptuosidad como pendón. Una lectura que me causa tanta extrañeza como atracción ante la concienzuda exploración por parte de la autora de los límites del deseo humano y su contrapeso, actualizando los mitos, pues dos milenios después ciertos pensamientos son impermeables al paso del tiempo: Eva presa ave. Adán nuestra Nada.

Trampa ediciones. 2020. 128 páginas. Prólogo de Marina Sanmartín. Imagen de cubierta: Julia Malkova