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La formación del escritor

Hace un tiempo mantuve, a su paso por Logroño, una amena conversación con un amigo y uno de los temas abordados fue el de los talleres de creación literaria y el modo en el que un escritor puede adquirir la formación necesaria para poder escribir.
No puedo estar más de acuerdo con esto que Szymborska escribió en su Correo literario en respuesta a U. T.;Cracovia.

Un joven músico se forma en el conservatorio, un joven pintor en la academia de bellas artes, y un joven escritor en ningún sitio, lo cual, a usted, le parece una injusticia. ¡Buf! Las escuelas para músicos y pintores les proporcionan sobre todo un conocimiento técnico difícil de adquirir por cuenta propia en poco tiempo. ¿Qué se supone que debería aprender un escritor yendo a una escuela? Para tocar el violín hace falta una preparación especial, para dejar correr la pluma sobre una hoja de papel basta con ir a una escuela normal. La literatura no tiene ningún misterio técnico; en todo caso, ningún misterio que no pueda descifrar un profano con algo de talento (porque a uno torpe de poco le va a servir ningún diploma). Es el oficio menos profesional de todas las actividades artísticas. Uno puede llegar a ser escritor tanto a los veinte como a los setenta años, ya sea autodidacta o catedrático de universidad, haya acabado la escuela secundaria o no (como Thomas Mann), o sea doctor honoris causa de varias universidades (como el mismo Thomas Mann). El camino al Parnaso está abierto para todo el mundo. En apariencia, claro está, porque, a fin de cuentas, lo que decide aquí es la genética.

Wislawa Szymborska
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Lecturas no obligatorias. Prosas (Wislawa Szymborska)

Szymborska (1923-2012) comenta que cuando le propusieron reseñar libros en el periódico donde trabajaba, en lugar de decantarse por novelas, ensayos o reediciones de clásicos, se decidió por abordar otro tipo de literatura: guías, libros de divulgación, calendarios, manuales…

Respecto a reseñar, Szymborska decide que lo suyo no serán reseñas al uso, porque ella es un lectora amateur y quiere seguir siéndolo, sobre la que no recaiga el apremiante peso de la constante evaluación.

Y dice cosas que comparto sobre la lectura y los libros como esta:

Soy una persona anticuada que cree que leer libros es el pasatiempo más hermoso que la humanidad ha creado. El homo ludens baila, canta, realiza gestos significativos, adopta posturas, se acicala, organiza fiestas y celebra refinadas ceremonias. Para nada desprecio la importancia de estas diversiones: sin ellas, la vida humana pasaría sumida en una monotonía inimaginable y, probablemente, la dispersión. Sin embargo, son actividades en grupo sobre las que se eleva un mayor o menor tufillo de instrucción colectiva. El homo ludens con un Libro es libre. Al menos, tan libre como él mismo sea capaz de serlo. Él fija las reglas del juego, subordinado únicamente a su propia curiosidad.
Lo que asoma en estas reseñas -o no reseñas- es una manera de entender el mundo -el de las letras también, incluyendo una posible soledad galáctica- una mirada que resta pomposidad y gravedad a la literatura, pero que no la trivializa, y que mediante un humor muy sutil y reflexiones muy jugosas y agudas, nos vemos leyendo lo que Szymborska tiene que contarnos sobre lo que a ésta le deparan lecturas con títulos tan apasionantes como: Arte floral, Cuando los manzanos echen flor, Accidentes domésticos, El alfabeto chino, Vademecum del turista a pie, El ciervo, Aves domésticas, Cuando el perro enferma, Empapelando la casa, La infancia de los animales, Los pájaros de Polonia, El botón de la literatura, etc. La retranca de Szymborska llega al punto de dedicarle un espacio al Calendario de pared del año 1973.

Entre mis artículos preferidos -por citar algunos- pues hay muchos, citar: Viejos amigos, El mito de la poesía, Lo que queda atrás, Realidad y ficción, ¿Qué es soñar?, Disneylandia. En estos ensayos bajo el aspecto de (no) reseñas la autora trata asuntos muy interesantes, me gusta lo que dice de la poesía (la visión que tiene de la misma); ella que fue poeta, además de editora, traductora y columnista.

Hay veces en las que te alegras especialmente de visitar un país, una ciudad, de conocer a alguien en persona, o bien -como en este caso- de dejar que una escritora como Szymborska entre en tu vida, ya para quedarse.

Lecturas no obligatorias. Prosas, Wislawa Szymborska, traducción del polaco por Manell Bellmunt Serrano. Ediciones Alfabia, 2009.