-Así lo juro -respondió don Quijote-, y aun le echaré una losa encima, para más seguridad; porque quiero que sepa vuestra merced, señor don Antonio -que ya sabía su nombre-, que está hablando con quien, aunque tiene oídos para oír, no tiene lengua para hablar; así que, con seguridad puede vuestra merced trasladarlo que tiene en su pecho en el mío y hacer cuenta que lo ha arrojado en los abismos del silencio.
Don Quijote sabe guardar un secreto
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