Breve pieza teatral esta del prolífico Gallud y Vivero, en cuatro actos. La primera sirve para demostrar aquello de «consejos doy y para mí no tengo». Platón instruye Epaminondas sobre el perjuicio de los libros. Lo que dice es sensato, pero le falta coherencia, pues tiene a Aristóteles que transcribe sus diálogos, con los que obtiene un beneficio, un lucro, que según el filósofo detesta.
El segundo es un diálogo entre una proteica profesional, un muerto que miente más que habla y una cobaya cuyas frases lapidarias son muy ingeniosas.
El tercero es un imposible diálogo a tres bandas entre un padre, una madre y el hijo de ambos. Galimatías en el que no hay comunicación posible, porque cada uno no va más allá del reproche. El hijo es uno de esos para los que el móvil es una proyección (o protuberancia) de la palma de su mano.
El cuarto es una mofa sobre los finales abiertos, aquellos que le permiten el escritor no comerse demasiado la cabeza.
Brilla en el texto el humor y la inteligencia, en esta divertidísima pieza teatral, para reírse ya sea de la soberbia de los escritores, la naturaleza de la cultura, las subvenciones teatrales, o la «creación de contenidos» de los influencer que a veces es hacer poco más que nada.
Ápeiron Ediciones. 2022. 74 páginas.