Kutxi Romero Lorente, el Kutxi, carismático lider de la banda Navarra de Berriozar Marea, publicaron su último disco, dieron un buen número de conciertos y se retiraron provisionalmente, con despedida en su web y todo. Ha pasado ya año y medio y no han vuelto y no se sabe si lo harán en un futuro próximo. De no hacerlo sería una lástima, pues Marea es de esas bandas que tiene algo nuevo que ofrecer en el trillado mundo del rock, un mundillo en el que los grupos son clónicos, y donde todos comulgan con las mismas referencias. A todos les une un lenguaje común y unos temas recurrentes: El mecagoendios, despotricar de la iglesia y de los curas, loar las drogas de todo tipo, criticar al Estado y a sus fuerzas del orden (policía, guardia civil), y reinvidicar la anarquía, fomentado el nihilismo, por citar algunos. Todos los grupos se acogen a todos estos grandes y socorridos temas, lo que al final supone que todos hacen lo mismo, y cantan parecido y tocan igual, y su espíritu transgresor se disuelve como la arena entre las manos.
Y entonces surgió Marea, y Kutxi, que además de escribir algunas de las letras más originales y raras del panorama del rock, escribe a su vez libros de poesía.
En algunas de sus canciones y fuera completamente de esos grandes temas recurrentes que citaba anteriormente, emplea palabras inusuales en el mundo del Rock, con un basto vocabulario que va más alla de los insultos vociferantes, en su último disco, adaptaban un poema de Federico García Lorca, el Romance de la Guardia Civil Española, en su canción Ciudad de los gitanos, y es que si vas a mentar a las autoridades, que mejor que recurrir a los grandes poetas. A continuación transcribo algunos versos de sus canciones. Juzguen ustedes mismos (teniendo presente que no es lo mismo oírlos en directo, que leer el texto de sus canciones en una web), y Kutxi, no me jodas, vuelve, el concierto que diste en Logroño fue una maravilla.
Son un barreño tus tristes ojos,
cuando no estamos cerca somos dos gorriones cojos,
dos alpargatas de piel de saco
y un puerto cada cama donde no atraca ni un barco,
y una mijilla de sol a la terraza
y al poco paladas de arena para el corazón
que muera en tus brazos,
que dé taconazos con la luna llena. (dos alpagargatas)
“Ten cuidao con la luna” –dicen las estrellas-
más guapa que ninguna, me quedo con ella otra vez,
me mata, pero a gatas vuelvo a nacer,
bizquean las farolas de los sueños míos,
mis pensamientos llenan de escombros el río de miel,
de cada sitio que roza su piel.
Mi madriguera tiene cuatro mil ventanas,
para salir corriendo si me viene en gana correr…
y que amanezca si va a amanecer (el hijo de la Inés)
y en cuanto acabó de zurcir las heridas de
las noches mal dormidas llegué yo
y le llené de flores el jergón para los dos,
sin espinas, de colores, que se rieguen
cuando llore y cuando no, las sulfatamos
con nuestro sudor,
y me confesó, cuando quieras arrancamos que
en las líneas de la mano lo leyó,
que se acabó el que la quemara el sol,
pero se asustó, ¡como te retumba el pecho!,
tranqui, solo es mi maltrecho corazón,
que se encabrita cuando oye tu voz,
(corazón de mimbre
… dejadme que os cuente mi cuento de herida y caricias,
mi historia de nadie, mi nana de hambre, todas mis mentiras,
tal vez embelese y te bese cortándome a tiras,
si buscas deslumbre y encuentras alambre será que descuidas
(a la mierda primavera
no busque razones de piedra, no vas a encontrar
más que hiedra intentado abarcar
campos yermos que tengo por dentro,
y barro y manchitas muy secas que dan que pensar,
adoquines que están por pisar,
pisotones haciendo senderos,
que ya tengo bastante con lo que poder fumigar
calendarios que tiran patrás,
tengo los dedos amarillentos
de buscar candela en la estela que haces al pasar,
de estañarme a tu enjambre y libar
con el humo de mis pensamientos, (en tu agujero
Si oyes que llueve ruina en la despensa
dale a las ubres, las manos nunca piensan ni ven,
que ya no hay más que ver, ni luz, ni Dios que baje,
ni más brebaje pa abrevar que el de tu sed,
de beber…bebo por gula, no por sediento,
me importa poco si fue uno o fueron cientos
los paladares que echas de menos,
que pa mi credo solo quiero un mandamiento,
y es que mis labios secos de invierno
sigan lamiendo las hojitas de un cuaderno,
no quiera el otoño deshojarlo por mí.
Que la madrugada sólo se dedique a pudrid tendederos
si quiere perder, si quiere querer (latido jondo)
Arrugas que son surcos con retoños tiernos,
livianas como son los fardos de cargar los sueños
que tragan ruedas de molino y se les ven todos los huesos,
que saben que sus años tienen más de cuatro inviernos,
silencio por el techo, por los platos llenos,
silencio bañado en sudores de los jornaleros,
el sol lo han hecho sus jirones,
que saben lo que vale un beso,
que no quieren llevar los nombres de sus carceleros (pan duro)
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