Sindiós
Relato aparecido en la Revista Letraheridos, nº36. Agosto, 2024.
Por tierras segovianas
En un radio de treinta kilómetros las piedras de las casas mudan del color amarillo al rojo y luego al negro. Se evidencia este color amarillo al visitar Alquité, en donde un joven se ofrece como cicerone para invitar al viajero a acceder a la ermita de San Pedro, pocos minutos antes de su cierre, para que pueda apreciar el coro, la pila bautismal, el retablo barroco policromado y el buenhacer de una vecina con la aportación de una vidriera artesanal ubicada a la derecha del retablo.
En Villacorta y Madriguera las piedras rojas dan una imagen férrica a los pueblos.
Rondando la entrada al cementerio de Madriguera el cartel de la entrada no puede ser más explícito:
TEMPLO SOY DEL DESENGAÑO/
Y ESCUELA DE LA VERDAD DONDE TODO A VOZ EN GRITO/
YMPLORA ¡¡PIEDAD PIEDAD!!/
R I P
Constato dejando la muerte de lado y yendo en busca de los vivos que el bar o el teleclub, junto a las iglesias son los centros de reunión en muchos pueblos de la España muy poco poblada, como la de estos pueblos segovianos. En la provincia de Segovia la densidad de población es de catorce habitantes/Km².
En El Muyo a muy poca distancia de Madriguera las piedras de las casas son negras y los techos de pizarra.
Todas las poblaciones anteriormente citadas son pedanías pertenecientes al término municipal de Riaza.
El que no pueda o no quiera ir a la playa, buscará refrescarse con lo que tenga más a mano, ya sean piscinas municipales, ríos, pozas o a manguerazos. A las afueras de Sepúlveda la Fuente de la Salud es una saludable piscina natural con agua surgente y fresca, necesaria cuando el termómetro roza los cuarenta grados. Al lado de la piscina con bordes de piedra me encamino cual Marlowe, no hacía el corazón de las tinieblas, río arriba, sino hacia el corazón del bienestar, atento siempre al voluptuoso lenguaje de los pájaros que desconozco. Sigue leyendo
Candaya
La editorial Candaya celebra su vigésimo aniversario en el mundo de la edición. Pero no fue hasta el veintiocho de febrero de 2013 cuando leí por primera vez un libro de su editorial, Click de Javier Moreno.
Luego leería a Larraz y a Chejfec. Y a medida que iba afinando mis gustos lectores, Candaya era una editorial que cada vez me interesaba más. Y volví a Larraz, descubrí a Mónica Ojeda y a Jándula.
Candaya me dio el regalo de conocer a Ednodio Quintero e incorporó a sus filas a escritores que ya admiraba como Luis Rodríguez.
Poco a poco Candaya ha ido acopiando esa literatura de los márgenes para conformar uno de los mejores catálogos disponibles, con la incorporación de escritores como Eduardo Ruiz Sosa, Gustavo Faverón o David Toscana.
Y como Candaya siempre va a más, las lecturas de Gabriela Ponce, Fernando Parra Nogueras, Blandina, Rivero, Morellón o Marta Aponte Alsina me demostraron el buen olfato de Olga y Paco.
Hoy estuvo en Logroño Olga, desgraciadamente ya sin Paco, acompañada de Eduardo, de Ramos y de otros lectores para charlar acerca de la novela El libro de nuestras ausencias.
Ha sido una velada muy especial en la librería Cerezo. Fue un disfrute oír hablar a Eduardo y después charlar con Olga, para ponerme al día de las nuevas incorporaciones a Candaya como Néspolo o Florencia del Campo.
Les deseo otros 20 años y muchos más.