Archivo de la etiqueta: 2017

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Los extraños (Raül Garrigasait)

La visión del extranjero hacia lo nuestro siempre resulta refrescante. Disfruté mucho leyendo por ejemplo las Cartas desde la Alhambra, en las que Irving contaba su pormenores, aventuras y desventuras por los caminos y trochas andaluzas, donde la imagen fantasiosa que se había hecho de nuestro país, le permitía afrontar cualquier eventualidad con templanza, pues lo vivido le resultaba fruitivo tanto para su vivir, como para su escritura, pues obtenía así materia prima de primera calidad.

En Los extraños, Raül Garrigasait (Solsona, 1979), nos presenta a un extraño, a un extranjero, el joven Rodolf von Wielemann, un prusiano que en 1837 llega a España, hasta Cataluña, para en Solsona combatir en la primera guerra carlista en favor del Orden y la Tradición del pretendiente al trono, don Carlos María Isidro de Borbón. Una guerra, que parece, en sus comienzos, como la guerra de Gila, pues hasta que Wielemann lleva un año por estos lares no recibe ninguna orden y actúa más bien como un observador, una suerte de flâneur militar, si bien al final llegarán los muertos, como Wielemann tendrá la ocasión de ver y de condolerse.

Raül Garrigasait a su vez está traduciendo las memorias del príncipe Felix von Lichnowsky, y de esta manera el presente dialoga con el pasado, mientras vemos las cartas que Raül intercambia con su editor.

Como tarea especulativa que es la literatura, Raül sirviéndose de mimbres históricos, abunda en la extrañeza del título, que se despliega a su vez en su prosa, en su manera de narrar, registrando tanto elementos históricos con un tratamiento cómico, a ratos vulgar (como asoma en las conversaciones de los soldados), a ratos elevado como sus encuentros (que incluyen momentos musicales, con Wielemann al piano) con el Doctor y donde incluso el presente se filtra en el pasado, como cuando Wielemann lee en un periódico llamado El Constitucional: «Imposibilidad de que Cataluña se declare nunca independiente«.

Una extrañeza, la de Wielemann, que es la que experimentamos a menudo ante un mundo que no entendemos, por muchas etiquetas que se le pongan, por mucho afán que se ponga en categorizar, clasificar, separar, pues entre Wielmenann y el Doctor, que casualmente se apellida Foraster, hay algo más fuerte que la ideología que rige sus encuentros, a saber, su curiosidad, su amor por la cultura, y diría que su ejercicio crítico, pero no lo puedo afirmar porque Wielemann , muy a mi pesar me resulta un personaje bastante insulso, por muchas cosas que le pasen, y encuentro mucha más sustancia en las historias que le refiere el Doctor, en su fatigosas caminatas, en la imagen de ese maestro censurado por los católicos por llevar éste hasta las últimas consecuencias su pensamiento y razón de ser.

Entre Ambos editorial. Traducción de Concha Cardeñoso. 2017. 192 páginas.

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Cosas aparentemente intrascendentes y otros cuentos (Pere Calders)

Esta antología que recoge 30 cuentos del gran cuentista catalán Pere Calders (1912-1994) es lo primero que leo suyo. Los relatos, cuentos y microrrelatos van acompañados con bonitas ilustraciones de Agustín Comotto y con traducción de Juan Carlos Gentile.

Creo que la intención del autor en estas piezas breves es ganarse nuestra sonrisa, risa o carcajada. Y muchas veces lo consigue. Calders maneja lo absurdo y lo fantástico y de esta manera, sustrayéndose a las convenciones, sus relatos quedan expeditos para cualquier desenlace, lo que alimenta nuestro interés, sin que sepamos nunca cómo resolverá Calders sus narraciones. Me gustan aquellos en los que el autor pone en solfa los clichés, los prejuicios, esas ideas preconcebidas con las que amasamos nuestra mirada, como en Invasión sutil, donde un mirón se empecina con un hombre al que cree sin fisuras como japonés hasta que su mujer le quiere hacer caer del burro, pues ya sabemos que no hay más ciego que el que no quiere ver. Brilla también el humor macabro en Cosas aparentemente intrascendentes, donde un inopinado incendio se lleva la vida de 300 personas, todas de buena familia. La Hedera helix me permite ver cómo mientras otros autores como Mariana Torres en sus relatos Mi cuerpo secreto, el crecimiento de un árbol en un ser humano aboca a lo truculento y al repeluco, aquí se resuelve con un final que invita a la sonrisa.
La providencia, la muerte, la reencarnación y la guerra son también objeto de análisis, para darles una vuelta, como esa Muerte que se verá obligada a concertar otra cita con un damnificado, pues éste no acepta irse así, sin haber sido avisado con antelación.
El relato más sustancioso me ha parecido La legión extranjera, donde una pareja, de jóvenes anarquistas y siempre al ala izquierda de la extrema izquierda, constatan inermes, cómo sus tres hijos, no tienen nada que ver con ellos, con su forma de pensar ni de actuar, contemplando atónitos y enfurruñados, como sus retoños, se casan, uno le sale socialdemócrata, otro separatista. Calders maneja bien el humor para poner en evidencia lo indócil del alma humana, que siempre busca su propio espacio y lugar, pasándose la disciplina del partido familiar por el forro.
En los microrrelatos finales brilla lo fantástico, como aquel señor que ante el espejo descubre que su cara pasa a ser la de su vecino y por ende acaba odiándose, sin que pueda quedarse ya a solas consigo mismo, o esa casa cuyo recibidor por circunstancias equis, tiene una forma triangular, que como ya podemos ir imaginando se irá tragando a una señora, a un cobrador de la mutua…
Y acabo con una reflexión filosófica sobre el tiempo contenida en Agujeros negros: Nosotros somos el porvenir del pasado y, a la vez, el pasado del futuro […] el hombre nunca ha tenido presente.

Volveré a Calders, sin duda.

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Las constelaciones oscuras (Pola Oloixarac)

El éxito de una novela guarda relación con el interés que una lectura nos suscita y se acrecienta a medida que leemos y esta novela de Pola Oloixarac (Buenos Aires, 1977) lo ha hecho muy escasamente, aunque supongo que hará las delicias de los programadores.
No me llama nada la atención, más bien me aburre, la jerga tecnológica-biológica-genética-informática que maneja la autora. Los personajes que pululan por la narración son poco menos que holografías. Si nos acercamos hasta ellos y pasamos la mano, los traspasaremos pues no hay carne, su sangre es una corriente de bits, su razón de ser un universo de ceros y unos. Quizás el objetivo de la historia sea este: desmaterializar la narración, que tenga más de éter que de raíz.
A ratos, como su comienzo, el libro me despista, cuando leo ciertas páginas que me recuerdan a Ospina, por su opulencia selvatica y natural. Hay también opulencia sexual: las mujeres se nos presentan como flores abiertas, dispuestas y prestas a ser inseminadas o polinizadas.
Hay virus biológicos y virus informáticos, hackers, nerds, el mundo como una canica en manos de unos demiurgos informáticos, unos cuantos latinajos y muchas palabras en inglés, que supongo que así le darán a la novela un aire más vanguardista, más moderno, y cierto aire clásico (merced a una lengua muerta) pero que a mí me parecen un brindis al sol.

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Alabanza de aldea (Adolfo García Martínez)

Interesante ensayo de Adolfo García Martínez (Zardaín, Tineo, 1948) filósofo, sociólogo, antropólogo -autor de obras como Los vaqueiros de alzada de Asturias, La familia rural asturiana, Cruce de culturas, La cultura somedana, La vejez en los pueblos de Asturias, Los ritos de paso, etc; Diseñó el Ecomuseo del Pan de Villanueva de Oscos,-en el que Adolfo reflexiona sobre las aldeas, en este caso asturianas. Las alabanzas no revisten el aspecto de ensueños pastoriles, bucólicos, ni románticos, pues hablamos de un ensayo de corte científico, analítico, donde cada término, cada definición viene precisada por lo que otros estudiosos en la materia han dicho (lo que explicaría la abundante bibliografía, en un ensayo bastante breve); las alabanzas tienen que ver con valorar la tradición, con sustanciar el concepto de raíz e identidad, con lo que una aldea es y sobre cúal es su papel y qué puede aportar hoy la aldea a la sociedad, qué vale la pena mantener o cómo deben adaptarse estas aldeas a los inevitables cambios.

Permite entender este ensayo (aunque sea de una manera superficial) el cambio producido en el entorno rural de los años sesenta a esta parte, el despoblamiento, los desafíos ante los que se enfrentaban y ante muchos de los cuales han sucumbido los paisanos, vemos como la vida moderna, el progreso, el consumismo, y las nuevas tecnologías han infeccionado el hábitat rural, dinamitando el quid pro quo (donde los aldeanos se ayudaban, se intercambiaban favores, un trueque que dejaba fuera lo económico), sometidas ahora las labores agrícolas y ganaderas a conceptos que imperan en el mercado como eficiencia y eficacia y que van en contra muchas veces de los ritmos naturales, a fin de producir más productos agrícolas y engordar animales más rápido, sin tener en cuenta la calidad, pues prima más la cantidad, el abastecer los mercados.

Vemos como la cultura, las escuelas, enculturan aculturando, pues los niños adquieren conocimientos que no les sirven para su día a día, para sus labores agrícolas y ganaderas, en el caso de que decidieran seguir los pasos de sus ancestros, de tal manera que la cultura -en tanto les amplía horizontes- los desarraiga. Los pueblos se vacían de gente joven y de mujeres, luego no hay descendencia y sólo quedan ancianos, los terrenos dedicados a los pastos, al cultivo de patatas, maíz y similares se abandonan y su espacio es ocupado por bosques o matorrales. Esto se ve en las fotos que ilustran el texto, donde se ve notoriamente el cambio en el paisaje de distintas aldeas en fotos tomadas en los años 20 del siglo pasado y otras recientes.

Propuestas como el Premio al pueblo ejemplar de Asturias, en marcha desde 1990, tratan de visibilizar y valorar las actividades de aquellos pueblos que hayan destacado de modo notable en defensa y conservación de su entorno natural, ambiental, de su patrimonio histórico, cultural o artístico, en iniciativas de impulso económico y social o en la realización de obras comunales u otras manifestaciones de solidaridad extraordinaria.

El turismo rural puede ser tanto una oportunidad como una amenaza. Las decisiones adoptadas recomienda el autor que se tomen de abajo arriba pues muchas veces quien legisla no tiene ni idea de la problemática e idiosincrasia rural y muchas de las decisiones y proyectos emprendidos fracasan al ponerse en práctica porque no son válidos para los pueblos. El autor recomienda seguir el ejemplo francés, los cuales vieron como los pueblos se vaciaban pero tomaron medias pronto para que la gente volviera a ellos y no se despoblaran más.

Otro elemento importante es, atendiendo a la pirámide de las necesidades de Maslow, ver en qué medida el pueblo puede satisfacer las necesidades de relaciones sociales, éxito, reconocimiento y autorrealización de los más jóvenes, y como estos buscan en otra parte, en la ciudad, fuera del pueblo, otra forma de ganarse la vida, de ver mundo, de romper con lo que se viene haciendo en su familia durante generaciones, de ser ellos mismos (y no lo que se espera de ellos), muchas veces propiciado por sus propios padres que en su idea de que quieren para sus hijos lo mejor, creen que la vida en el pueblo no es lo mejor y no les impiden, incluso les animan a ganarse y vivir sus vidas en otra parte.

Como conclusiones el autor afirma que hay que reducir la burocracia y el papeleo, dado que a la gente de los pueblos se les ponen trabas de todo tipo para cualquier actividad que quieren llevar a cabo. Apuesta por ser capaces de que la tradición y la modernidad sean capaces de realimentarse y de que los pueblos se conviertan en una reserva de la sociedad, por lo que habría que luchar por salvarlos.