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Paraíso Alto (Julio José Ordovás)

A pesar de que El anticuerpo de Julio José Ordovás (Zaragoza, 1976) no me entusiasmó dejó la puerta abierta a futuras lecturas del mismo autor. Ha sido el caso. Vi que había publicado el año pasado Paraíso Alto, y habida cuenta de que hablamos de 130 páginas, que posibilitan ser leídas del tirón y que a veces, estas distancias tan cortas deparan grandes momentos, como cuando acometí La uruguaya o El café de la juventud perdida, me decidí a leer este Paraíso Alto y no diré que tiene más de Purgatorio que de Paraíso, pero creo que la novela adolece de las mismas carencias que El anticuerpo. Siento que a la prosa de Ordovás le falta alma, aliento, músculo. No porque el autor escriba desganado sino porque la historia, que aquí son muchas historias no cogen vuelo, donde el autor se debate entre lo trágico y lo cómico, y me cuesta cogerle el punto a una novela en la cual y dado que el protagonista es un ángel nos puede evocar a obras maestras como Pedro Páramo, por la presencia de fantasmas, pues no me queda claro si en esta novela todos los que desfilan están muertos, porque su paso por Paraíso Alto parece tan traído por los pelos y tan improbable que le encontraría explicación en el caso de que acudieran allá invocados mentalmente por este ángel custodio, que vive en Paraíso Alto, pueblo deshabitado, al que acuden algunos suicidas a poner término a sus vidas. La narración es una gavilla de personajes que suben al escenario, es decir llegan al pueblo, recitan su papel, esto es: le cuentan su historia al ángel (a algunos ya los conoce como a una tía o una ex) y o bien se suicidan o desaparecen sin más. Esta novela es de esas que lees la pintoresca contraportada y crees que la novela tendrá su punto pero luego te das cuenta que lo leído resulta desleído, inerte, fantasmagórico.

Francisco Casavella

El día del Watusi llegará

Hace unas semanas leí El gran momento de Mary Tribune, novelón de Juan García Hortelano. Después leí este gran artículo de Julio José Ordovás, en el que descubrí cosas muy interesantes sobre este otro García Hortelano, redenominado como Casavella.

Algún día llegará el momento de leer el Watusi y creo que ese día cada vez está más cerca.

El Anticuerpo

El Anticuerpo (Julio José Ordovás 2014)

Julio José Ordovás
Editorial Anagrama
2014
133 páginas

Los que nacimos en los 70 podríamos reconocernos bien en el espacio geográfico y emocional en el que Julio José Ordovás ambienta esta breve novela.

Son los años 80 y el narrador es un joven en edad de (a)prenderlo todo. Un joven que vive con su padre y su madre, hasta que ésta desaparece, y luego con su tía, que lo cuida como una madre.

El protagonista tiene hermanos, y así se citan en alguna parte del libro, pero quedan reducidas a meras presencias episódicas que nada aportan a la trama.

El niño, camino de la adolescencia no ve con malos ojos la compañía de alguien mayor, en este caso un punk yonki llamado Josu que resulta tan desdibujado como «el después de un colocón«.

Presentes están también los curas, los que se van, los que vienen y tenemos a nuestro protagonista ejerciendo de monaguillo, en un pueblo donde los jóvenes con las hormonas a flor de piel y con el acné como bandera persiguen a las chicas como animales en celo, liberando estos su deseo con la siempre gratificante labor de la masturbación o iniciándose en manos de putas tristes, viejas y gordas.

No faltan tampoco las noches de farra, los locales sórdidos, los vómitos que preceden al alba, las jeringuillas, los locales de moda, y dos gemelas gogós amigas del protagonista que enardecen al personal con su cimbrear, los cines que emitían películas del oeste y que serían reconvertidos en salas X y tenemos durante todo el relato a nuestro protagonista en un tira y afloja con su progenitor, del que obtiene cualquier cosa menos cariño.

Si otros libros que he leído abordan el pasado infantil o adolescente desde el humor como en Naturaleza Infiel, desde la arcadia infantil como Los príncipes valientes, o desde la filosofía de la pérdida entre culebras y extraños, en El anticuerpo, Julio José Ordovás (Zaragoza, 1976) opta por el lirismo desencantado y gris, lastrada la historia por su inconsistencia, por su falta de músculo, agravado el relato por unos personajes que apenas cogen entidad, cercenados por su carácter episódico, donde tras tanta pincelada, solo veo brumas, ahogado el relato por páginas farragosas como los dibujos de Cristo (que parecen un homenaje a Isaac Rosa) o el capítulo 28, digresiones que lejos de rematar la faena, la apuntillan e impiden que el libro sea mucho mejor de lo que es.

Posiblemente en su siguiente novela Ordovás vaya más. Si es el caso, daremos cuenta de ella.