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Mis recuerdos de Friedrich Nietzsche (Paul Deussen)

La vida de Friedrich Nietzsche, tal como transcurrió desde el 15 de octubre de 1844 hasta el 25 de agosto de 1900, presenta tres evidentes puntos de inflexión, los cuales vienen marcados por los años 1869, 1879 y 1889: 1869, cuando, antes de concluir todavía sus estudios en Leipzig, fue invitado a ocupar un cargo de profesor en la Facultad de Filología Clásica de Basilea; 1879, cuando renunció voluntariamente a ese cargo para vivir, de ahí en adelante, como un eremita centrado en sus propios pensamientos y en su elaboración; 1889, cuando los esfuerzos que implicaba ese género de vida antinatural provocaron una parálisis repentina de sus fuerzas mentales, la cual perduró hasta su muerte, privando al sufriente de aquella consciencia clara sobre sí mismo y su entorno.

Es un buen resumen el que nos ofrece Paul Deussen. Nietzsche nació en 1844, Paul Deussen en 1845. Lo interesante del libro de Deussen es que ambos estudiaron juntos en Pforta, y así somos testigos de cómo evolucionó Nietzsche, el cual desde que es un escolar ya destacaba, no con las matemáticas, que es un negado, pero sí en el resto de asignaturas, obteniendo las mejores notas.
Nace entre ellos una amistad, con altibajos, que durará hasta la muerte de Nietzsche.
En sexto curso a ambos les une su amor por las poesías de Anacreonte. Mucho tiempo compartieron juntos y Deussen afirma que no puede imaginarse lo que habría sido de él si no lo hubiera tenido a él (a Nietzsche) a su lado esos años. Da cuenta Deussen del espíritu muy poco teatral de Nietzsche, ya que traía de casa una naturaleza profundamente seria: todo lo teatral, tanto en sentido crítico como laudatorio, le resultaba muy extraño.
El relato de la amistad, va alternándose con el contenido de 26 cartas de Nietzsche dirigidas a Deussen entre 1864 y 1887.

Con apenas 20 años Nietzsche escribe:
Ahora ya conoces mi trabajo y mi vida, que prácticamente se diluyen el uno en la otra.

Además de intereses intelectuales ambos se enamoraron de la misma mujer: Maria Stirner, sin que la cosa cuajara con ninguno de los dos.
Vemos cómo Nietzsche es un lector concienzudo a quien con veinte años interesaba mucho Homero, Sócrates, y Diógenes Laercio.
Y no encontraba sosiego alguno allí donde no pudiera ser productivo.
En 1864, no había nada de esa hostilidad hacia el cristianismo y la moral cristiana que se gestó posteriormente en Nietzsche.

Reconoce Deussen en 1864 que los seis años junto a Nietzsche ejercieron en él una poderosa influencia, pero tenía una tendencia a corregirlo y supervisarlo en todo.

Algo que se repetirá en las cartas, es la necesidad de verse en persona.

Las cartas son simplemente paisajes subjetivos. La presencia forma parte de la amistad: de lo contrario, ocupa su lugar el culto al recuerdo, escribe Nietzsche.

Le da cuenta a Deussen de sus lecturas y afirma: Leer mucho embota terriblemente la cabeza. Al estómago de mi cerebro le resulta molesto el hartazgo.

Deussen a su vez va poniendo al día a Nietzsche de su situación laboral e inquietudes filosóficas, haciendo ver lo importante que había sido para él leer a Kant y ahora a Schopenhauer.

En 1868 Nietzsche se muestra fascinado por Wagner, por haber descubierto al verdadero santo de la filología. El mayor genio y el mayor hombre de nuestra época, completamente inconmensurable.

Ya sabemos que desdecirse es humano, tan humano. Y esto lo vemos claramente en el tono que Nietzsche empleó contra Wagner en su libro El caso Wagner.

En 1869 Deussen se entera de que Nietzsche ha sido nombrado profesor de la Universidad de Basilea sin haberse doctorado, y este le da la enhorabuena, pero sin ocultar cierta envidia, pues a Deussen no le van tan bien las cosas. Nietzsche en una postal da por finalizada la relación, si bien, no fue algo irreconciliable y tras aclarar las cosas la relación continuó.

Con ¿25 años? Nietzsche escribe:

Ya soy demasiado viejo para poder ser vanidoso ¿a ti te pasa lo mismo?

En 1869 Nietzsche anima a Deussen a no encubrir las palabras con el encubridor manto de la retórica y en 1870, saluda a Deussen de que este haya encontrado el camino de la sabiduría y como aquel que ataca la cumbre a 8000 metros y lo hace solo, así Nietzsche advierte a Deussen de que a partir de ahora se sentirá más solo que nunca, como dice sentirse Nietzsche.

A su vez, Nietzsche se piensa a sí mismo como el primero de todos los filólogos ¿Es esto vanidad o no?.
O cuando escribe: yo no quiero tener razón para hoy y mañana, sino por milenios.

En las últimas cartas, las de 1887, Nietzsche se lamenta de no encontrar un editor y según Deussen hablaba de su Zaratrusta como de una Biblia de la humanidad. En 1889 encontrarán a Nietzsche en las calles de Turín en un estado lamentable e inconsciente.

Deussen concluye que si Nietzsche no se hubiera apartado a propósito del trato humano, donde alcanzó una posición tan prestigiosa, si hubiese mantenido su puesto, si hubiese fundado una familia y hubiese dejado madurar, lentamente, los frutos de su espíritu, en lugar de en soledad y con una sobretensión estética de sus fuerzas, estar embebido en sus pensamientos durante el día, forzando por la noche el huidizo sueño con narcóticos cada día más fuertes… quién sabe si todavía viviría entre nosotros, pleno de salud, pudiendo aportarnos, en lugar del torso que legó, la figura divina completa de una concepción del mundo excéntrica pero digna de un alto grado de consideración.

En cuanto a su obra considera que Nietzsche no fue un filósofo sistemático, ni con los grandes problemas de teoría del conocimiento ni con la psicología ni con la estética o ética que solo son tratados de paso. Al contrario que Schopenhauer.
La doctrina del eterno retorno le a recuerda la de los antiguos pitagóricos. Y el Superhombre de Nietzsche no deja de ser un ideal de humanidad. El propio Nietzsche se aproxima ya en su último escrito a la idea de que el superhombre no sería un Mesías […] sino un ideal de vida al alcance de todo ser humano.

Y creo que Deussen coincide con Malwida, amiga de Nietzsche al pensar que si Nietzsche hubiera vivido más tiempo, hubiera aclarado sus concepciones y completado un círculo, llevando a cabo una última transformación.

Mis recuerdos de Friedrich Nietzsche
Paul Deussen
Ápeiron Ediciones Baldó
2023
Traducción de Roberto Vivero y Venancio Andreu
152 paginas