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Concierto 26-09-2014

Concierto de Extremoduro Palacio de los Deportes Logroño 26-09-2014 crónica

En 2008 Extremoduro tocó en el Palacio de los Deportes de Logroño. Recuerdo que entonces Iniesta parecía el mismo que aparece en la portada de su disco, Yo, minoría absoluta, un Cristo al que hubieran bajado de la cruz, que apenas se movía sobre el escenario, estático, sin interactúar con el público, la mirada ausente, como si aquello atendiera más a una obligación que al goce de tocar.

Ayer, el concierto que ofreció Extremoduro fue otra cosa, mucho mejor. Un concierto memorable, de hecho. Dio comienzo a las 22,30, media hora más tarde de la hora indicada (A pesar de que en la web son muy claros en este aspecto: los conciertos empezarán puntualmente a la hora indicada. Entrad en el recinto con al menos media hora de antelación para evitar tapones y problemas en la entrada), porque a las 22 horas todavía quedaba gente fuera del recinto.

El escenario aparece cubierto con una tela que asemejan contenedores (se ve bien en la foto de arriba). En el escenario, en lo alto un contenedor baja hasta el suelo, entre chirridos, y luego tras alzarse de nuevo, aparecen sobre el escenario los 6 miembros del grupo. Solo reconocí a Iniesta y a Iñaki, al resto, al batería, el bajo, la tercera guitarra y el encargado de los teclados, no sé quienes son. Tampoco Iniesta nos los presentó.

El concierto, como decía empezó a las 22,30 y acabo a las 2 de la madrugada, después de tres horas y media, con una parada a las doce de la noche de media hora. Parada balsámica, para reponer líquidos, pues hacía mucho calor.

La ley antitabaco he comprobado que no opera cuando se trata de un concierto, así que cada cual se fumaba su cigarro, puro, porro, etcétera. No faltaba tampoco el gracioso que cuando se le acababa el cachi lo lanzaba entre risotadas hacia las filas de delante. Hay mucho cachondo suelto. Lo demás todo fue bien, porque no hubo ningún altercado y la salida del recinto fue limpia y cómoda. Nos ofrecieron, tipo top manta, camisetas de Extremo por 10 euros cuando dentro del recinto, las del merchandasing oficial, las vendían a 15 euros.

Otra de las novedades es que hay unos tipos que llevan un bidón refrigerado de cerveza a la espalda y se mueven entre el público, con banderita en el lomo incluida y te evitan así tener que ir a la barra a pedir, a cambio de tener que pagar un euro más que en la barra.

En esas tres horas Iniesta acometió su clásicos de siempre: Golfa, Puta, Ama, ama y ensancha el alma, So Payaso, Ágila, Prometeo, Jesucristo García, La vereda de la puerta de atrás, Standby, etc.

Ofrecieron un tema nuevo y pidieron que no lo grabraran. Iniesta es de los que anima a la gente a meterse de todo, pero luego les pide también que no les graben su tema nuevo para no chafarles «la sorpresa» a los que vayan a sus próximos conciertos. El tema de marras, lo canta en las escaleras junto a Iñaki. No entendí bien la letra así que poco puedo decir del mismo.

A su disco Ley innata le dieron un buen repaso, con esos temas que se dilatan en el tiempo y me recuerdan mucho al Pedrá. De su último disco, Para todos los públicos, sonaron entre otros Locura transitoria, Pequeño rock and roll endémico, Poema sobrecogido..

Ya al final, una vez que Robe dejó el escenario, Uoho se fajó con la guitarra eléctrica durante un cuarto de hora, demostrando que es un virtuoso del instrumento y que a sus 50 tacos todavía tiene cuerda para rato, pues no paró de moverse y de dar vueltas por el escenario como una cabra por el monte.

A Iniesta lo vi muy bien, mejor que nunca a sus 52 años, contento y féliz, moviéndose mucho, de lado a lado del escenario saludando a los que veían el concierto desde las butacas de los laterales, buscando al resto de los miembros del grupo, y dando las gracias a la gente que habíamos pagado 31 euros por verlos, con una voz potente, impecable y desgarradora que no le falló en ningún momento.

Este disco y gira, Para todos los públicos, parece haberse convertido casi en una forma de vida para Iniesta, el cual ya ha sido domesticado por el sistema, ha recibido premios como la Medalla de Extremadura, sin sacar los pies del tiesto, ni dar la nota y ahora, superados los cincuenta, Iniesta es ya un superviviente, convertido en una Leyenda viva del Rock de nuestro país, que llena grandes recintos por toda España, con miles de espectadores, ofreciendo conciertos de más de tres horas, perfectos en lo técnico y que dejarán huella sin lugar a dudas en todos sus seguidores, como quien suscribe.

Si Springsteen nos deleitó en Anoeta con un concierto de cuatro horas, visto lo visto, Iniesta puede convertirse, sino lo es ya, en el Boss patrio, al menos en lo que a duración de los conciertos se refiere.