Buscando la naturaleza y saliendo de Logroño, nuestros pasos se encaminan hacia la población de La Villa de Ocón. De la plaza de la Constitución y tras abandonar la pista que conduce a la Fuente tosca (a la que se puede acceder con el vehículo), y tirando recto por una senda, superando las piscinas, se camina siempre pegado al barranco, que queda a nuestra derecha, y en cuyo fondo se intuye un río. Travesía de unos tres kilómetros de ascensión en donde se van aternando zonas de umbría y solana, hasta llegar a la Fuente Tosca, en donde hallamos un área recreativa con numerosas mesas de piedra. Lugar ideal, a la sombra, donde encontrar solaz y reponer fuerzas con una ristra de chorizo riojano entre pan y pan de Entrena que nos acerca con precisión a la idea del paraíso en la tierra.
De la excursión dejo testimonio visual con las vistas de La Villa de Ocón en lontananza, de los restos de la Iglesia de Santa María y el castillo, enmarcando el horizonte y las inopinadas explosiones florales que subyugan al caminante por su belleza y fragancia. La comida en la Alameda de Pipaona bajo la arbolada fue la guinda. Pero esa ya es otra historia.